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Godzilla vs Godzilla: Estados Unidos bajo el terror del monstruo

Em 1954 fui al cine a ver una película que se me ha grabado a sangre y fuego en la memoria, se tituló en España Japón bajo el terror del monstruo. Vale, no, no fue en 1954, soy muchísimo más joven, pero había que darle un poco de épica a la entradilla. La encontré en una estantería del videoclub a finales de los 90, y así es como surgió el amor tras una mirada furtiva… Era Godzilla, monstruo japonés e icono de la cultura underground. La mastodóntica industria de Hollywood ha intentado apropiarse del mito en dos ocasiones en los últimos veinte años, en ambas con escasa fortuna.

Godzilla, según Roland Emmerich

El 1996 Rolan Emmerich armó el blockbuster por excelencia: Independence day. Extraterrestres, Will Smith y altas dosis de patriotismo. El director alemán no solo reventó la Casa blanca, hizo lo propio con el Box Office de medio mundo. Con los niveles de autoestima en el cielo, decidió trasladar al Rey de los monstruos a Nueva York, y repetir taquillazo. Pero Godzilla encogió.

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Para realizar el intento, esta vez Godzilla miró más a Hollywood que a Japón. La referencia clara de la película no estaba en oriente ni en la serie B, si no en Parque jurásico. La estética del monstruo y su forma de moverse es muy cercana a la del Tiranosaurio de Spielberg. Lástima que esa invasión del núcleo urbano ya la habíamos visto justo un año antes, en 1997, en El mundo perdido.

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Uno de los aciertos de este Godzilla es su apuesta decidida por el entretenimiento. Su tono cómico y su absoluta falta de pretensiones ayudan a digerir un metraje que supera las dos horas.

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El casting a dia de hoy solo se puede tildar de inclasificable. Se eligió a Broderick como protagonista para hacer de tonto útil al servicio de la película. Para internacionalizar el taquillazo se decidió insertar a los franceses en la trama, en concreto a uno de sus actores más populares, Jean Reno. No solo eso, la película comenzaba con el himno de Francia, que más bien parece una exculpación de responsabilidad en la creación del monstruo por parte de los americanos. Los guionistas aprovecharon los ensayos nucleares que Francia realizó hasta 1996 en el Atolón de Mururoa (en la Polinesia francesa) para explicar el origen de la criatura, lo cual puede interpretarse como una crítica a los mismos.

Los FX dejaron luces y sombras. Se puede decir que son ejemplares hasta que vemos al monstruo por completo. Con esto quiero decir que el gigantesco Kaiju gana cuando solo vemos su aspecto parcial. Quizá sus pisadas en la ciudad sea lo que mejor se ha conservado en la retina del espectador.

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Por si la influencia de Parque jurásico aún estaba en duda, Emmerich decidió que Godzilla aumentara la prole dejando unos huevos en el Madison Square Garden. Novedoso, si no fuera porque los hijos de Godzilla son en realidad los velocirraptores de la película de Spielberg, o algo demasiado parecido. Me ha dolido especialmente como han acabado con estas pobres criaturas. Que eran recien nacidos joder.

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No pasa nada si afirmo con total honestidad que he disfrutado de este Godzilla. Aunque poco tiene que ver con el mito japonés, data de una época en la que la misión era entretener, y hacerlo bajo un lema, cuantas más tomas con efectos visuales mejor. Ciertamente Godzilla lo consigue, ayudada por un humor que, aunque está muy lejos de ser inteligente, es simpático en ocasiones.

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De regalo Emmerich consigue el mejor momento de la película bajo lo lluvia y con Godzilla derrotado, con los protagonistas mirandoló conscientes de que solo fue un cabeza de turco. Un momento de extraña melancolía al que le sucede la celebración del triunfo, sin duda una extraña victoria que viene a decirnos «The show must go on». Muy americano eso de llevar la caída del Kaiju a los informativos mientras esconden los motivos reales. Y ojo, que no es el único retazo político que Emmerich cuela en la trama. Es palpable la crítica explicita a los medios de comunicación, la lucha por la popularidad, y sobre todo, el uso electoral y la gestión de la tragedia por parte de los intereses políticos. Lo que hace el Alcalde de Nueva York en Godzilla ya lo hizo Acebes con el 11M.

Godzilla, según Gareth Edwards

El Godzilla de Edwards comienza en Filipinas, y con influencias puntuales de Alien y los infiernos H.R. Giger. Desde el primer minuto se intuye que veremos una versión más seria y solemne del mito, ese síndrome que padecen los blockbuster desde El caballero oscuro de Nolan. Si hasta sale Juliette Binoche. La intención del director Gareth Edwards es la de hacer n Godzilla más de «autor».

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La primera hora es un auténtico dramón, con un Brian Cranston excesivo y desatado interpretivamente que recuerda al peor Nicolas Cage.  La Binoche es vista una vista y muere de forma lamentable en un guiño escotillero al Charlie de Lost. Ni un solo segundo de respiro en esta inmensa tragedia griega, ni una sola nota de humor. Creo ver por momentos el logo de Antena 3 que me recuerda que estamos ante un bodrio de sobremesa.

Para cuando Gareth Edwards se da cuenta de que la película era de monstruos ya está todo perdido. Aparece Muto, una araña que parece directamente salida del Starship Troopers Verhoeveniano. También vemos alzarse a Godzilla, un Godzilla más retro que en la película de Emmerich. un gran diseño de criatura del que solo puedo reprochar la ausencia de color verde. Pero estamos ante otro tremendo fallo. En lugar de centrarse en las criaturas, la película continúa su sinsentido con un episodio que parece una versión comprimida de Lo imposible, metiendo la desaparición de un niño en el ajo y el posterior reencuentro. Más que a los monstruos gigantes vemos a sus consecuencias. Lo peor es que Edwards se ha debido pensar que ibamos a llorar o algo de eso, pero no. No siento ninguna emoción por unos personajes fatalmente escritos y con los que no hay ninguna posibilidad de empatizar. Solo deseas que Godzilla los pise por error.

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La acción es que no hay acción. No podemos llamar acción a las extrañas peleas entre criaturas, que más bien parecen escenas de sexo que se reducen a comprobar quien gime más alto. Solo oímos gruñidos, en plan partido de Tenis. Muto le ha debido de dar al Mute para que las caídas de edificios carezcan de cualquer estruendo. ¿Cómo es posible que la caída de un rascacielos sea algo sordo? El trabajo sonoro es insultante, y la banda sonora de Desplat tampoco mejora el conjunto.

En definitiva, estamos sin duda ante una de las peores películas de 2014. Más de 120 minutos sin hacer un mísero chiste, dándole seriedad a una película de Monstruos gigantes y llenándola de drama humano. Y Godzilla de secundario. Vamos, no me jodas. Que si se llega a llamar «Cosas que perdimos con el monstruo» o «Muto» tampoco pasaba nada.

Conclusiones

GANADORA: Godzilla según Emmerich

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La versión definitiva de Godzilla está por llegar. Los productores se equivocan enmarcando la película en el presente. Es hora de que alguien le de a la adaptación el aire retro que merece. Sin duda la dificultad aumentaría a la hora de preparar el escenario, pero puede merecer la pena. Hay que mirar al Godzilla original para dar en el clavo. A eso habría que añadir altas dosis de humor absurdo, que estamos hablando de Monstruos gigantes. De tener que elegir una, me quedo sin duda con el Godzilla de Emmerich. La versión de Edwards es un insulto a la inteligencia.