«Divide y vénceras» dijo Julio César, «Divide y la cagarás» respondió La Vaca de Twister. Nuestros peores temores se han confirmado tras ver Los juegos del hambre: Sinsajo Parte 1. Y es que la trilogía de esta saga adolescente nos estaba habiendo disfrutar… Hasta ahora. Las leyes del mercado mandan, y Hollywood nos ha colado un episodio de 30 minutos hormonado hasta las dos horas. Ya le vimos al amigo Harry Potter partir sus reliquias de la muerte, lo que dañó bastante el resultado final. No había necesidad alguna de rodar esta película. El Sinsajo nunca debió ser guillotinado.
La película comienza donde nos dejó En Llamas, con una Katniss rescatada del concurso y separada de Peetah en los albores de una revolución. El comienzo es prometedor. Nos encontramos en las profundidades terrenales de lo que queda del Distrito 13. Julianne Moore y el difunto Philipp Seymour Hoffman preparan a Katniss para que sea un arma, pero no ese arma letal que demostró ser en los juegos, si no un arma propagandística.
Siempre se ha acusado despectivamente a Los juegos del hambre de ser una saga para adolescentes, afirmación con la que no estoy de acuerdo. Pienso en muchos de los padres que ayer estaban con sus hijas en el cine viendo la película y en todos los elementos adultos con los que pueden disfrutar. LJDH no es únicamente una historia de amor. Habla de los regímenes totalitarios, la manipulación política, el abuso de poder, la socialización del dolor o el uso de la propaganda. Es este último tema el que desarrolla Sinsajo Parte 1. Lástima que a medida que avanza el metraje vaya perdiendo fuerza progresivamente.
El gran problema del filme es que en ningún momento termina de coger altura este Sinsajo. La Lawrence sigue funcionando, y cargando en sus espaldas la película para que no se derrumbe estrepitosamente y aún nos queden ganas de asistir al final de la saga.
La acción es sustituida por una tensa calma que en ocasiones cae en el aburrimiento. Vemos escenas que están como colocadas con pegamento de barra a última hora para darle a esta intro entidad de película. Vemos a Katniss cantar, al pueblo empezando la revolución con cierto aroma a Los Miserables, pero en nngún momento se alcanza la épica necesaria. Y el falso final que se nos ofrece nos deja muy lejos de la satisfacción. Salimos de la sala con el estómago vacío.
Solo nos queda agarrarnos a la fe de que la última película pueda volver a el nivel de En llamas, aunque buena parte de el mal ya está hecho. Muy mal Hollywood, muy mal. Entendemos que el cine es un negocio, pero engordar con pienso una franquicia no es bueno para nuestro amado séptimo arte.