Tras El hombre de acero no sabía que esperar de Batman v Superman, pero llegó el 23 de marzo de 2016, la hora de despejar las dudas. La nueva película de Zach Snyder supone un paso adelante para la franquicia, a pesar de ser un filme irregular a todas luces. El director repite con sus aciertos y errores habituales. Quizá el mayor de ellos sea ese intento de ser Nolan, cuando es un terreno que le cuesta. Por momentos funciona la representación casi teatral del conflicto, al igual que El caballero oscuro, este crossover mira por momentos a Eurípides, Sófocles y Esquilo, los grandes de la tragedia griega. Hay frases grandilocuentes, y un reparto ajustado de los protagonismos. En esa primera mitad brilla la figura de Jesse Eisenberg, un Lex Luthor juvenil al que la única pega que podemos ponerle es la existencia del Joker de Heath Ledger, su principal fuente de inspiración. Luthor es el auténtico titiritero de la película.
Quizá la peor parte viene cuando empieza el ruido, en el inevitable estallido del conflicto. En el último tercio podemos afirmar que Batman V Superman es la mejor adaptación hasta la fecha… ¡De Dragon Ball! Esa acción excesiva, que recuerda tanto a Akira como a Transformers, rompe con la senda marcada en la primera hora. Al igual que en El hombre de acero o en la reciente La era de Ultrón, la acción es demasiado destructiva. La megadestrucción es tal, que nos preguntamos… Si Batman y Superman montan todo este cirio… ¿Qué pasará cuando tengamos a la Liga de la Justicia al completo? ¿Nos enteraremos de algo o todo se convertirá en un indigesto bocadillo de hostias? Por suerte, la aparición de Wonder Woman, al fin en la gran pantalla, arregla un poco el desaguisado.
Dentro de todo ese océano de destrucción, hay algunas islas más. La banda sonora es todo un acierto. Juntar a Zimmer y Junkie XL le sienta como un guante al filme. La parte onírica, con Snyder en estado puro, es una gozada. Imposible no relacionarla con la batalla nazi de Sucker Punch. Snyder sigue siendo un genio en lo visual.
A pesar de estar ante un producto, hay muchas más capas de las que parece. Por momentos, Batman v Superman es una película decididamente política. Desde el principio se intenta hacer un paralalelismo nada sutil entre Metrópolis y el Nueva York post 11-S. Se nos habla de héroes, y sobre todo de la necesidad de buscar un villano. Superman pasa de ser un bombero del 11-S al mismísimo Osama Bin Laden. Asimismo se habla de racismo. No es casual que Batman visite Ciudad Juarez en uno de los pasajes de la película. En tiempos en los que parece que Donald Trump está a un paso de la nominación republicana a la presidencia de Estados Unidos conviene repasar los peligros del odio al diferente, en este caso al alienígena, que a pesar de haber crecido en una granja de Kansas bien podría ser mexicano. Por no hablar de el juego de deidades y falsos profetas. BvS tiene mucha tela por cortar.
Acertada la etiqueta de esa «v» en lugar de «vs» en el título, puesto que el filme funciona mejor como presentación de la liga de la justicia que como mero crossover. Por suerte, la película se guarda unas cuantas cartas en la manga, la mayoría en forma de guiños. Incluso a otras películas, como ese inicial a Excalibur, una película de pesadas armaduras, al igual que la que luce el nuevo batman. También encontramos otros a clásico imperecederos, como King Kong, aunque eso mejor lo vais descubriendo vosotros.
A la salida del cine la balanza cuenta más aspectos positivos que negativos, pero la participación de Snyder en la saga muestra evidentes signos de fatiga. Si el Escuadrón suicida de David Ayer logra un buen resultado quizá sea el momento de hacer un cambio de silla que aporte un cambio de estilo, manteniendo todo lo que funciona. Un nuevo paso en falso de DC podría herir de muerte al proyecto.
Lo mejor: La parte onírica de Batman
Lo peor: La magnitud de la acción es desproporcionada.