Warcraft: El Origen. Algunos orcos buenos

vacometro3

Es increíble la de mensajes contradictorios que en ocasiones puede mandar un mismo largometraje. Voy a compartir con vosotros pensamientos internos durante los 120 minutos que dura Warcraft, completamente basado en hechos reales y en orden cronológico:

  • «Pinta bien»
  • «¿Qué coño es esto?»
  • «No entiendo nada»
  • «Me he perdido con tanto nombre. ¿Algún personaje que no tenga nombre de medicamento»
  • «Los efectos no están mal»
  • «¿Una orco que está buena? Es contradictorio»
  • «Vergüenza ajena»
  • «Los efectos flojean»
  • «Duncan Jones es mentira. ¿De verdad este tipo dirigió Moon?»
  • «Las escenas de acción aburren»
  • «Igual la dejo aquí»
  • «Espérate que remonta»
  • «Pues igual no está tan mal»
  • «Parece que Duncan Jones ha hecho lo que quería hacer»
  • «Juego de tronos»
  • «Me gusta lo directo de las batallas»
  • «Duncan Jones es un genio»
  • «Quiero secuela»

Una puta montaña rusa amigos. Y no, no siempre me pasa esto. Warcraft es un auténtico cocktail molotov que mete en la licuadora El señor de los anillos, Stargate, Avatar, Star Wars y Juego de tronos, y que a pesar de todo al final acaba encontrando un lenguaje propio. De el Señor de los anillos tiene las razas y el escenario, de Stargate el portal hacia otros mundos, de Avatar el componente humanista y los efectos especiales, de Star Wars el alto precio de las artes oscuras y de Juego de Tronos las intrigas palaciegas y la mano larga con las muertes.

He de decir que nunca he jugado al célebre World of Warcraft, videojuego que adapta el filme. Quizá por eso en algunos momentos no he hecho pie y he añorado la simpleza de la cameroniana cinta de extraterrestres azules. Lo bueno es que todo ese entramado se va desenredando a medida que transcurre la trama para desembocar en un final lógico (y épico).

warcraft-pelicula-orca

Si me llegan a decir que Warcraft adapta una novela escrita hace cien años me lo hubiera creído. A pesar de basarse en algo tan reciente como un videojuego, Duncan Jones (Moon, Código fuente) apuesta por el lenguaje clásico. Por momentos la película parece una inmensa tragedia griega, con toques de Shakespeare y Tolkien.

Ahora la productora se enfrenta al dilema de entregar o no una segunda parte de un filme que ha fracasado estrepitosamente en Estados Unidos y ha sido un taquillazo en china. Incluso se habla de una secuela de capital chino. Parece que a Jones no le importaría ponerse de nuevo al mando. Por mi encantado.

Tarde para la ira: Venganza en plato templado

vacometro3

El actor Raúl Arévalo ha dado el salto a la dirección con Tarde para la ira, una historia de venganza ambientada en la otra España, la que se encuentra alejada del centro de la ciudad, la España agreste y salvaje.

La película ofrece una cruda historia de venganza que poco tiene que ver con  el efectismo de Park Chan Wook (Old Boy, Simpathy for Lady Vengeance) o Quentin Tarantino (Kill Bill I y II). Para asegurarse el éxito, Arévalo ha contado con Antonio De la Torre, todo un seguro de vida. En esta ocasión da vida a un personaje parco en palabras y con muchas líneas interiores, su enésima contención.

La película gana en sus cuartos más sucios y oscuros, en los bajos fondos, y sube un escalón cuando aparece la violencia. También funcionan sus salidas de tono, con esos mafiosos de barrio sacados del cine quinqui o esas vecinas de pueblo tan de Espejo público. El uso de la cámara resulta todo un acierto, desde el potente plano secuencia inicial al seguimiento de personajes tan del cine de Darren Aronofsky.

Entre los puntos negativos encuentro el empecinamiento de Arévalo por parecer un autor. El alargue de algunos planos parece impostado. Contrasta con la naturalidad y crudeza de la mayoría de metraje. Ese intento de trascender resta autenticidad a un filme que no necesitaba aire. Quizá por ello sus 92 minutos no pasan todo la rápido que debería.

A pesar de todo esto, el debut de Arévalo (No me refiero al de los chistes casposos) es prometedor. Con este largo se asegura una segunda película en la que podamos ver si además de buenas referencias al Peckinpah de Perros de paja hay talento. De momento no pinta mal.

 

The Act of killing: Demonios de la Indonesia salvaje

vacometro4

No es casual que The act of killing aparezca en el puesto 14 en la lista de las 100 mejores películas del Siglo XXI que recientemente ha realizado la BBC. El documental de Josua Oppenheimer demuestra que aún quedan millas por recorrer en este género, y es que lo que propone es algo nunca visto: Dar protagonismo a auténticos genocidas, convertidos en estrellas dentro de una sociedad donde el odio al comunismo vende y la corrupción tiene buena prensa. Todo esto aligerado con un indescriptible toque cómico.

Vayamos a la raíz. Desde 1965 entre medio millón y un millón de personas han sido asesinadas en Indonesia. Así, como si de un atroz truco de magia se tratase. Y no mucha gente lo sabe. Parece que en occidente estábamos tan sobrecogidos con el genocidio nazi que se nos olvidó mirar hacia oriente. Los ejecutores eran gangsters al servicio del gobierno, que lejos de ser apartados de la sociedad, gozan hoy en día de fama y aceptación popular. Los matarifes se vuelven a reunir con la excusa de grabar una película en la que recrean sin ningún pudor los asesinatos cometidos.

Si hay algo casi tan atroz como las barbaridades perpetradas por los protagonistas, es su falta de arrepentimiento. Asoma algún liviano remordimiento en forma de pesadilla, pero los verdugos parecen mucho más cómodos a la tranquila sombra del The Show must go on.

The act of killing es además una concatenación de enormes WTF. Por momentos he pensado estar viendo una falsecuela de Pink Flamingos. Por haber hay hasta alucinatorios números musicales. Ojo al momento «arcada», escena para la historia del cine documental.

Estamos ante una película imprescindible, que deja un interesante debate sobre la violencia. Uno de esos títulos que debería verse sí o sí en institutos y universidades. Los monstruos existen, y están entre nosotros.

 

 

 

No respires: El Lazarillo de Detroit

vacometro3

En el  primer episodio de El Lazarillo de Tormes, el joven Lázaro es mantenido por un mendigo ciego amante del vino. Ante la negativa del invidente a dar zumo de uva al pícaro, Lázaro decide tomarse la caridad por su cuenta y hacer un agujero al botijo de su amo para acceder al caldo. El joven es pillado in fraganti y recibe una monumental paliza. Eso es en esencia No respires, aderezado con las reglas del terror y con desarrollo en una desértica Detroit. Quizá me he excedido narrando todo este episodio, pero se que para muchos de vosotros el Lazarillo es un niño que sale en un anuncio de quesos. Y no os culpo. Mis compañeros de la universidad aún recuerdan mi relectura del libro en un examen de Literatura española, en el que respondí que la muerte del padre de Lázaro se produjo por el brutal atropello de un carro, cuando realmente murió en la guerra.

Vuelvo al tema. No respires no descubre vida en Marte, por momentos pierde la coherencia, pero funciona, tiene algo auténtico, a pesar de la escasa credibilidad del trio de ladrones protagonista, que decide asaltar una vivienda con el deseo de cambiar Detroit por California. Su look, su crudeza y la gran dupla que realizan protagonista femenina (Jane Levy) y antagonista (Stephen Lang) terminan por aupar esta cinta de terror un par de peldaños por encima de la media.

no-respires-jane-levy-chica-protagonista

no-respires-malo-stephen-lang

Al igual que en su revisión de Posesión infernal, el director Fede Álvarez deja lo mejor para el último tercio. Un final con sabor a títulos como La matanza de Texas o Wolf Creek. En el nudo la cinta se encarga de romper la monotonía con un par de afortunados giros. Quizá el título ha llegado a nuestros cines demasiado dopada por la crítica americana, pero merece la pena adentrarse en su meritorio pasaje del terror. En el Top de sus Highlights el momento ‘chupito’. Los que la habéis visto ya sabéis a que me refiero.

Cazafantasmas (2016): Nuevo equipo, misma esencia

vacometro3

Entro a la sala de cine a ver Cazafantasmas con cierto miedo a este reboot del clásico de los 80 por dos motivos: La decepcionante taquilla del filme y la estúpida guerra de sexos que se ha montado en torno al nuevo equipo protagonista. Se ha escrito tanta mierda que la película ha quedado en segundo plano, sepultada entre las toneladas de estiércol del debate. Pero esto es La vaca de Twister y estamos aquí hablar de cine. Tampoco vamos a caer en el habitual error de comparar cada elemento de esta cinta con su original. Para eso ya tenemos una sección que se llama Cine contra Cine. Cazafantasmas cumple con nota sus dos principales objetivos: Entretener y divertir, entendiendo por divertir el provocar unas risas entre los presentes.

La clave de la victoria es justo lo que muchos han puesto en duda: El cuarteto protagonista. Cuatro actrices inspiradas y con una química que deja con ganas de más. Mención especial para Kate McKinnon, en pantalla un maquinón (Como ya he dicho al pronunciar su apellido). Con más gesto que texto se convierte en la auténtica jefa de la función. Kristen Wiig y Melissa McCarthy, más habituales en pantalla, también funcionan. Quizá el personaje menos afortunado es el de Leslie Jones, con un rol más tosco y menos lúcido que el de sus compañeras. Aún así, a nivel colectivo merecen un notable.

cazafantasmas-chicas-2016

Otro de los aciertos es lo adecuado del plan renove de trajes, vehículo o logo. Una divertida y efectiva actualización del mito. La búsqueda y aparición de easter eggs también juega a favor de obra. Merecen igualmente comentario los notables FX ¡Al fin efectos digitales bien utilizados!

Aunque suene retorcido, es fácil emparentar Cazafantasmas con El despertar de la fuerza. Ambos títulos se han agarrado al material de origen para no cagarla, y ambos han salido victoriosos en esa misión. La esencia queda intacta, aunque el esqueleto argumental sea prácticamente el mismo.

Quizá el mayor ‘pero’ lo pondría en la insistencia del personaje de Chris Hemsworth, que ni siquiera abandona el filme en los créditos. En una ración pequeña agrada, pero su porción del pastel acaba siendo demasiado grande y repetitiva.

La franquicia Cazafantasmas merecía ser desempolvada. Estamos ante una meritoria resurrección que deja con ganas de más. Esperemos que los bajos números obtenidos no echen para atrás el plan de realizar varias películas. El Nueva York espectral de la saga aún tiene recorrido.