Archivo de la categoría: Escenas Vacunas

Fuego en el cuerpo… y en el cine

`por Raquel Ortega-Martínez

El cine nos ha regalado momentos de pasión incontestable, ya sea de manera más tenue y romántica (como en ‘De aquí a la eternidad’) o de un modo más ardiente e impetuoso (como en ‘Una historia de violencia’). Mentiríamos si dijéramos que no nos gusta ver esos momentos de tensión sexual más o menos resuelta en los que sus protagonistas consiguen hacer que la pasión traspase la pantalla y llegue hasta el espectador. Pero, en ocasiones, ni siquiera hace faltar alardear de coreografiadísimas escenas de sexo o incluso de un simple desnudo; una sola mirada puede bastar para desatar el más profundo de los deseos.

Como la sutileza también tiene su encanto, aquí os dejamos nuestras seis escenas preferidas de erotismo, lujuria y sensualidad… sin sexo.

La gata sobre el tejado de zinc (Richard Brooks, 1958)

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La escena final de ‘La gata sobre el tejado de zinc’ es de una sensualidad insoportable. Probablemente porque Paul Newman y Elizabeth Taylor jamás han estado tan arrebatadoramente atractivos en pantalla, o porque durante todo el metraje la tensión sexual entre ellos ha ido escalando hasta alcanzar unos niveles insostenibles. La pobre Taylor hace lo imposible por intentar seducir a su alcohólico y resentido marido, pero él siempre la rechaza.

Por eso, cuando Brick le dice a Maggie que cierre la puerta con llave, ella no puede ni respirar. El significado detrás de esa mirada azul y pícara de Newman y de su forma de lanzar la almohada de vuelta a la cama es lo que nos deja sin respiración a los demás.

 

Fuego en el cuerpo (Lawrence Kasdan, 1981)

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Fuego en el cuerpo fue una de esas películas que, cuando era pequeña, veía a cachos escondida en el pasillo sin que mis padres se enterasen. La película en sí exuda sexualidad por todos los poros, con una Kathleen Turner tan sensual y perversa en su debut cinematográfico que nos sube las pulsaciones cada vez que aparece en pantalla. En mitad de esa maratón de sexo sudoroso y apasionado que es la película aparecen un par de escenas que, sin necesidad de recurrir a nada explícito, hacen subir la temperatura de la habitación unos 50 grados (¿os acordáis de cuando William Hurt rompe una puerta de cristal para poder correr a besar apasionadamente a Kathleen Turner?).

Mi preferida, sin duda, es aquella en la que los amantes están metidos en la bañera después de un encuentro sexual especialmente intenso y la Turner pide a Hurt que eche más hielo en la bañera. “Me quemo por dentro”, le dice. Y nosotros también, Kathleen…

Risky Business (Paul Brickman, 1983)

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Lo cierto es que no podemos culpar a Tom Cruise del desenfreno al que se entrega en esta mítica película. La adolescencia es una época hormonal muy complicada, y si encima se cruza en tu camino una explosiva Rebecca De Mornay, empezar bailando en gayumbos en el salón de tu casa y acabar con el Porsche de tu padre sumergido en un lago es prácticamente una consecuencia inevitable.

La película está plagada de escenas tórridas entre el cándido Cruise y la sexual De Mornay, pero si hay una que nos ponga a mil, más por el previo y por las miraditas que por lo que va a pasar después, es la del viajecito nocturno en metro. Nunca hubiéramos imaginado que combinar una canción de Phil Collins con un trayecto en metro a ninguna parte podía resultar tan, tan, tan sugerente.

 

Shame (Steve McQueen, 2011)

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Que Michael Fassbender era un actor con un poderoso magnetismo sexual lo teníamos bastante claro, pero entonces llegaron Steven McQueen y ‘Shame’ para demostrarnos hasta qué punto nos habíamos quedado cortos en nuestras suposiciones. Si bien la película nos deja un poso muy amargo después de verla (no por nada está incluida en el listado de ‘El cine como patada en los cojones’), también es cierto que la escena de apertura es de una carga erótica innegable, superando con creces a la gran mayoría del material pornográfico y las relaciones sexuales fugaces al que el protagonista es adicto.

Lo que comienza como un inocente flirteo mudo en el metro, se acaba convirtiendo, bajo la penetrante y lasciva mirada de Fassbender en un polvo visual de dos minutos. Al principio la chica se presta al juego, pero, llegado a un punto se da cuenta de que Brandon no sólo la está desnudando con la mirada, sino que está ahondando mucho más en lo que haría de tenerla entre sus manos. Asfixiante, sí, pero también muy, muy provocador.

 

In the mood for love’ (Wong Kar Wai, 2000)

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Al margen del eterno debate acerca de si los dos protagonistas llegan realmente a ser infieles a sus ya de por sí adúlteras parejas, lo que sí es cierto es que ambos alcanzan un nivel de intimidad que en ocasiones supera al del sexo. ‘In the mood for love’ es una película acerca de oportunidades perdidas y sentimientos expresados en momentos efímeros, de dos personas solitarias que buscan consuelo basando su relación en un sentimiento platónico que anteponen al dolor de saberse traicionados.

Es por todo ello que la concepción habitual que podríamos tener del sexo expande sus fronteras al hablar de la relación entre los personajes de Tony Leung y Maggie Cheung. No se trata tanto de la posible relación sexual en sí, sino de la constante tensión romántica y del deseo anhelante de sus protagonistas. En una sociedad represiva y puritana, ellos convierten un acto tan simple como comer juntos en algo tan erótico e íntimo como hacer el amor.

 

Los búfalos de Durham (Ron Shelton, 1988)

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Susan Sarandon se tira la mitad del metraje de ‘Los búfalos de Durham’ aleteando entre Kevin Costner y Tim Robbins, embarcándolos a los dos en un divertido y excitante triángulo amoroso. Con sus tiras y sus aflojas, todo va sobre ruedas hasta que Kevin Costner, en su papel de tío ingenioso, sexy y seguro de sí mismo, decide poner las cartas sobre la mesa en una escena que hizo suspirar muy profundamente a muchas de nosotras.

“Creo en el alma, en la polla, el coño, la parte baja de la espalda de una mujer, las bolas con efecto, las dietas altas en fibra, el buen whisky, que las novelas de Susan Sontag son una basura desmesurada y sobrevalorada. Creo que Lee Harvey Oswald actuó en solitario. Creo que debería haber una enmienda constitucional prohibiendo los campos de hierba artificial. Creo en el bateador suplente, en la pornografía suave, en abrir los regalos el día de Navidad en lugar de en Nochebuena y creo en besos largos, lentos, suaves y húmedos que duran tres días». Amén.

 

Finalistas: Diane Lane recordando entre sonrisas acaloradas su tórrida primera vez con Olivier Martínez en ‘Infiel’ (Adrian Lyne, 2002),  Mark Wahlberg enseñándole a Reesse Witherspoon que una montaña rusa puede ser excitante en un modo que jamás hubiésemos imaginado en ‘Pasión obsesiva’ (James Foley, 1996), Pierce Brosnan y Famke Janssen demostrando que una buena pelea física también puede contar como juego preliminar en ‘Goldeneye’ (Martin Campbell, 1995), Harvey Keitel acariciando el escaso trozo de piel que se vislumbra a través de un agujero en la media de Holly Hunter en ‘El piano’ (Jane Campion, 1993).

Baila para mí, nena

Salma Hayek en abierto hasta el amanecer

Por Raquel Ortega-Martínez

¿A quién no le gusta ver un buen striptease en pantalla grande? Y digo uno bueno, porque lo de Natalie Portman, Penélope CruzJessica Alba fueron ñoñerías. Mientras que, generalmente, las escenas que implican música y desnudo masculino en una película por norma general tienden a incluir un cierto regusto humorístico (el efecto ‘Full Monty’, que lo llaman algunos), los stripteases femeninos sí suelen ser puramente sensuales.

Algunos se han quedado en el tintero por recauchutados (Demi Moore en ‘Striptease‘)  o agresivos (Elizabeth Berkley en ‘Showgirls‘) o pasados de vueltas (Jessica Biel en ‘Powder Blue’), pero aquí está la lista de mis preferidos, de los que me hacen replantearte seriamente mi propia sexualidad.

Advertencia: Como YouTube es un poco mojigato, me temo que vais a tener que confirmar vuestra edad para ver la mayoría de los vídeos que vienen a continuación.

Kim Basinger (‘Nueve semanas y media’, 1986)

La voz rota de Joe Cocker, una fusta, unas esposas, un traje de dos piezas y el escultural cuerpo de una Kim Basinger de 33 añitos. Únicamente hacen falta estos tres ingredientes para fabricar uno de los stripteases más famosos de la historia del celuloide. Reconozcámoslo, la película en sí no tenía ni chicha ni limoná, pero al menos convirtió a Kim Basinger y a Mickey Rourke en dos de los mayores iconos sexuales de los80. La Basinger debió de cogerle gustillo a esto de los stripteases, y si no que le pregunten a Dan Aykroyd.

Jamie Lee Curtis (‘Mentiras arriesgadas’, 1994)

Ya sabíamos que Jamie Lee Curtis tenía un cuerpazo espectacular y un sentido del ritmo fantástico, pero en ‘Mentiras arriesgadas’ nos dejó con la boca abierta a todos. Es el mejor (y más inesperado) striptease visto en la gran pantalla. Punto. De cero a cien en algo más de dos minutos. Cabe mencionar que Curtis se empeñó en traerse su propia lencería de casa para rodar esta ya mítica escena. No me extraña que al pobre Arnold se le cayese la grabadora al suelo de la impresión.

Salma Hayek (‘Abierto hasta el amanecer’, 1996)

Oh, Salma. A pesar de que muchos ya habían visto a Salma Hayek corriendo entre explosiones de la mano de Antonio Banderas en ‘Desperado’, fue ‘Abierto hasta el amanecer la película que dio a conocer esta mexicana chaparrudita y exuberante al gran público de Hollywood. Y de qué manera. ¿Recordáis la cara de bobalicón de Quentin Tarantino durante la archifamosa escena de baile con la serpiente? Dudo mucho que estuviese interpretando en ese momento. Qué mujer, por dios.

Rebecca Romijn (‘Femme Fatale’, 2002)

¿Os acordáis de cuando Brian De Palma hacía buen cine? Sí, ha llovido desde entonces… En fin. Lo de Rebecca Romijn (allá por 2002 todavía Stamos) es más bien un calentón, un ‘ven, que te voy a poner a cien y luego te mando pa’ casa’. Pero oye, al margen de que eso sea un putadón para el pobre que lo sufre, la verdad es que la chica sabe lo que se hace en lo que a quitarse la ropa con estilo se refiere.

Vanessa Ferlito (‘Death Proof’, 2007)

No hay grandes escenarios sexualmente atrayentes en este lap dance. Nada de lencería ni ambientes íntimos. Aun así, una Vanessa Ferlito en chanclas y sin enseñar prácticamente nada consigue dejar a Kurt Russell con esa media sonrisa de «Pero qué mal me lo estás haciendo pasar, nena». Eliminado del metraje original de ‘Death Proof’, algo que cabreó mucho a Ferlito, afortunadamente podemos disfrutar de este sensual baile en las ediciones posteriores de la película. Nunca The Coasters resultaron más eróticos.

Rose McGowan (‘Planet Terror’, 2007)

Admitámoslo, es más un baile en barra que un striptease, pero, madre mía, Rose McGowan sabe moverse. Se podría decir que no fue una de las escenas preferidas de McGowan durante el rodaje de la película, ya que sufre de misofobia (miedo a los gérmenes) y obligó al equipo de producción a que esterilizasen la barra antes de rodar este bailecito.

Las mejores películas para San Valentín

Alta fidelidad

Hoy es San Valentín, día en el que tu novi@, que ayer se cagó en tu puta madre tras la enésima discusión, hoy te regalará un peluche, un ramo de flores y una colonia. Aprovechando esta fecha voy a hacer una selección de escenas vacunas de películas de amor que no me da vergüenza admitir que me gustan. Bueno, en realidad sí que me da vergüenza. En realidad no sé que hago escribiendo esta mierda. En fin, dejo estos conflictos interiores para el psicólogo y me pongo a ello… o no… es buen momento para dejar de escribir… Bueno, no me lieis, voy a ello:

Adaptation: El ladrón de orquideas

El de Adaption es mi guión favorito de Charlie Kaufman. La historia va curiosamente de un guionista (el propio Kaufman interpretado por Nicolas Cage) que ha perdido la inspiración, pero por el camino encontramos interesantes reflexiones, puede que un poco moñas, pero ingeniosas. Spike Jonze en la dirección hizo el resto.

«Uno es lo que ama, no lo que le ama»

Antes de amanecer

La película de Linklater es sin duda una de las mejores de ciencia ficción de la historia. Hawke y Delpy se conocen en un tren. Y en esto que Hawke decide hacer un all-in en toda regla para que Delpy se baje en Viena. Esa es la premisa de Antes de amanecer, obra cumbre del cine indie. Lo peor es saber que tuvo una secuela.

(500) días juntos

Gordon Levitt las pasa putas a causa de coincidir en el ascensor con Zooey Deschanel. Por el camino hay buenos momentos. Lo de que una desconocida te quite los auriculares para cantarte «There is a light never goes out» de The Smiths es también ciencia ficción de la buena. El «Oh shit» de Levitt viene a decir… «Estoy de mierda hasta el cuello». Lamento deciros que solo he encontrado la escena en latino. Parece que en cualquier momento va a decir Zooey «No mames gringo».

Alta fidelidad

La de Frears es una de mis favoritas. La naturalidad de Cusack da vida a un conjunto que alterna éxitos y fracasos amorosos con rankings musicuales de toda clase. Una historia de amor de Madness a Massive Attack.

La zoofilia en el cine

Una oveja con una gallina encima

No os asusteis, que aún ni siquiera he empezado a escribir. Vale, va, diré la típica frase… «Esto no es lo que creeis», lo mismo que dijo aquel tipo al que encontraron con una gallina… Bueno, no me voy a extender mucho, que bastante teneis con las 13 horas que dura El Hobbit y las 300 series de 27 temporadas que teneis en vuestro disco duro. Este artículo va de dos escenas memorables que hablan de zoofilia según dos grandes directores de la última década. No, no está American Pie. La tarta no es un ser vivo, creo.

Según Kevin Smith

El director de Clerks y Persiguiendo a Amy nos da en Jay y Bob el silencioso contraatacan un buen motivo para tirar a alguien de un coche en marcha. Aunque el mensaje sería… «Si no tienes un buen motivo búscalo». A la oveja de Norit le gusta esto.

 

Según Rob Zombie

Las películas de Rob Zombie siempre nos dejan un montón de momentos memorables y WTF’s de los buenos, aunque cualquier escena que cuenta con la presencia de Michael Berryman, el calvo feo y extraño de Las colinas tienen ojos made in Carpenter, se convierte en un «que cojones». En un momento de Los renegados del diablo nos alejamos de la trama principal para comprar una gallina. Rob Zombie en estado puro.

Un mal necesario

Andrew Niccol (Gattaca, Simone) escribió en 2005 una de las mejores escenas finales de los últimos años. Se trata de la secuencia final de El señor de la guerra, una muestra de que se puede hacer crítica explícita a tu pais con dinero de Hollywood, y para eso hay que tenerlos muy bien puestos. Nicolas Cage e Ethan Hawke hacen el resto. Me temo que los que no hayais visto la película tendreis que dejar de leer, puesto que no es mi intención joderos finales. Eso si, si nunca la vereis podeis rendiros antes esta lección de maestría que, en mi opinión, debería impartirse en las Escuelas de Cine. Pagaría por ver la cara de Niccol viniendose arriba mientras escribía las demoledoras líneas que pone en la boca de Cage. Lo mejor, su monólogo a partir del 1:44. Apoteósico.

“Pronto llamarán a esa puerta y te dirán que salgas. Habrá un hombre que te superará jerárquicamente. Primero te felicitará por lo bien que lo has hecho, te dirá que estas haciendo del mundo un sitio más seguro, que van a concederte una distinción y ascenderte… Y después te dirá que tienes que soltarme. Tú montarás en cólera, seguramente le amenazarás con dimitir, pero al final me soltarán. La razón por la que me soltarán es la misma por la que tú crees que me van a condenar. Yo me codeó con algunos de los hombres más viles y sádicos que se hacen llamar líderes en la actualidad, pero algunos de esos hombres son los enemigos de tus enemigos, y como el mayor traficante de armas del mundo es tu jefe, el Presidente de Estados Unidos, que envía más mercancía en un día que yo en un año, a veces es un poco violento que estén sus huellas en las armas. A menudo necesita un freelance como yo para abastecer a fuerzas a las que a él no le pueden ver abasteciendo. Así que ya puedes decirme que soy un mal, pero por desgracia para ti soy un mal necesario”

Nicolas Cage, voz

Andrew Niccol, texto

Aprende a tocar la guitarra con Antonio Banderas

Un tio feo con bigote mira hacia la derecha, fundido a negro. Aparece una guitarra y suenan los primeros acordes… así comienza una de mis escenas preferidas, la intro del Desperado de Robert Rodriguez. El “rebelde sin pasta”, que pudo costear su opera prima El mariachi haciendo de conejillo de indias en unos laboratorios, decidió hacer una especie de secuela remake al estilo Raimi (Evil dead I/Evil dead II) de su primer largo. Para ello contó con el apoyo, de Quentin “el grande” Tarantino.

Y para empezar nada mejor que una canción de Los lobos y Antonio Banderas, que a pesar de su participación Drexleriana en los oscars, es un intérprete excepcional en estos casos. Pasamos al plano afinación de cuerdas (0:14) , tras este timido y glorioso arranque sonoro vemos por primera vez la cara de Banderas. No sabemos a ciencia cierta si se estaba masturbando o no, pero su cara de placer y concentración es total. Pasamos de nuevo a la guitarra, leemos un “A film by Robert Rodriguez” en rojo, Banderas abre los ojos y ahora si, se viene arriba.

En ese momento se abre plano y nos damos cuenta de que no está solo. Le acompañan un mexicano con cara de politoxicómano por la izquierda, y un actor porno engominado por la derecha. Aparecen unas letras muy tarantinianas en las que se puede leer DESPERADO (0:33), mientras a Banderas le da un ataque de Parkinson. No, no he dicho nada de Michael J. Fox. Antonio empieza a cantar y vemos enseguida que nos encontramos en un decadente local que apesta a Karaoke. Eso si, hay bastante gente. Destaca una chica que comienza a bailar. Tiene pinta de ser de las que ya se pone contenta con media cerveza. Antonio continúa entonando con convencimiento extremo, que puto talento.

La cámara vuelve al público y un gordo de gafas charla animadamente con dos señoritas (1:04), intuimos que ellas no pagaron la copa que tienen en la mesa, intuimos que quizá nunca hayan pagado una sola copa, intuimos que son más putas que las gallinas, y eso en un solo fotograma. Por cierto, sobre lo que beben tengo dudas, estoy entre Tang y pis de mono.

Todo parece ir de puta madre hasta que sin venir a cuento, el hijo de Cocodrilo Dundee coge a una chica y le pone en el cuello una navaja de Albacete. Banderas se percata, da un brinco hacia la barra (1:28), y sin dejar de tocar hace un gesto moviendo únicamente la cabeza para pedir el refuerzo del yonki y de Rocco. Avanza por la barra agachándose con estilo para evitar la bola de Cristal, se enfurece, pone morritos y aprovecha un despiste del cowboy de medianoche low cost para darle un ostión épico en forma de revés de guitarra (1:43). El malo escupe sangre, y la gente comienza a aplaudir entregada. El mundo está de nuevo a salvo.

Banderas hace el camino de vuelta por la barra y regresa al escenario con sus compañeros, que ya están en modo Peret. La gente está mucho más animada. Banderas se viene aún más arriba “También el tequila blanco con su sal le da sabor…” en versión desgarrada (2:03). El gordo putero levanta la mano entregado mientras fuma un ducados. Una joven sonríe estupidamente en plan “que mono”. Guitarreo final apoteósico, Banderas suelta un Irrintzi… y de pronto… cuando esperaban lo ovación de su vida. Nadie aplaude…

Y es que así es la vida… En muchos casos, no está hecha la miel para la boca del asno.