8 apellidos vascos: Hasta mañana corazones

Por Pilar Berbegal

Nunca pensé que ver a Carmen Machi, alias ‘Ane’, con una cogorza a txakolis me hiciera reír tanto. Tampoco creía que Clara Lago iba a entonar con ese papel. Menos esperaba que después de ver esta película iba a pensar en sus escenas. Quizás porque ‘Ocho apellidos vascos’ es una de esas cintas de las que ni siquiera pierdes tiempo en ver el trailer ni en leer nada sobre ésta, y vas al cine porque todo el mundo va en manada y todos te dicen lo divertida que es, y además hay unas colas para entrar que indican: “esto es un peliculón bien promocionado, hay que verlo aunque solo sea para opinar luego con los amigos”. Así lo hice y no me ha defraudado en absoluto.

Los topicazos nos hacen sonreir, por su simpleza, por su simpatía y porque ante todo, tenemos muchas ganas de reír. Y si no es así, ni pises el cine para ver esta película. Muchos definen la cinta como “un monólogo de hora y media”, pero no podemos quedarnos ahí, ¡para eso no se hace un guión! Hay que exprimir lo que hemos visto y criticar. Sobre todo si has vivido en Euskadi siendo de fuera de Euskadi, porque la película se enfunda, en su casi totalidad, con tópicos de vascos; es más, no te vas a librar de los típicos chistes malos de levantadores de piedras, de su frialdad en las relaciones, de sus posturas políticas y sociales, sus comilonas, y del fútbol como no.

Aunque con menos protagonismo, los andaluces, en concreto los sevillanos, también reciben su dosis de tópicos. Bien es cierto que yo esperaba mucho más protagonismo del carácter andaluz en la cinta, mucho más Rovira en estado puro, pero bueno, esperaremos a la segunda parte, que seguro estará más que pensada.

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‘Ocho apellidos vascos’ me ha traído de nuevo a esa hoja de pros y contras que hice antes de irme a estudiar a Euskadi. Esos prejuicios escritos en un papel, esos miedos a lo desconocido, al mundo del independentismo, a ese carácter vasco del que solo tenía un par de referencias, -estupendas, eso sí-, ¡al idioma!. Al final vas conociendo lo vasco a medida que vas viviendo con ello. ¿Topicazo? No lo sé. Pero es cierto que muchas de las frases, comportamientos y tozudeces de los personajes vascos de la película solamente se comprenden si has vivido allí.

Exagerado o no, el papel de Karra Elejalde, Koldo, es en mi opinión, una descripción bastante aproximada de lo que para mí es un vasco: inteligente, observador, tozudo y con un corazón más grande que el de Anne Igartiburu. Al final, todos esos prejuicios, al igual que el que yo misma tenía antes de ir a ver la película, se desvanecieron cuando pasé el primer mes viviendo en Bilbao. Y aunque sea increíble, no, no todos los vascos son iguales ni tienen el mismo color especial.

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