ROMPE RALPH: Sí, deseo guardar la partida

Rompe Ralph en terapia de grupo con Bowser, Blanca, Zangief...

Por Samdra

En mayor o menor grado de intensidad, todos nos hemos amarrado alguna vez al poder del flecha arriba-flecha abajo-círculo-start y hemos dedicado horas insensatas a destrozar ladrillos con Mario, impulsar a Sonic por espirales vertiginosas y mamporrear el mando con la esperanza de desbloquear los ataques especiales de Chun-Li. El imaginario de videojuegos de una generación que cumple el cometido de activar el sensor nostálgico en el espectador que se acerque al cine a ver el último ¡ZASCA! de Disney a Pixar: Rompe Ralph.

Su director, Rich Moore –uno de los tipos detrás de episodios de Los Simpsons y Futurama– ha concebido un enorme salón recreativo animado donde los clásicos juegos Arcade conviven con los modernos shooters de alta definición para dar respuesta a una fantasía Toystoriesca: ¿Qué hacen los personajes de videojuegos cuando no les vemos?

Jane Lynch

Es una historia sencilla de villano amargado que un día decide dejar de serlo, y para conseguirlo, recorre todas las plataformas que sean necesarias para alcanzar la medalla que le permita ser héroe por un día y ganarse el afecto de sus compañeros de partida. Busca cambiar las tornas con el protagonista de su aventura animada –Félix–, y, por una vez, ser el que repara en lugar del que siempre destruye. Pero no es consciente de que su renuncia puede condenarles al infierno de la avería y desterrar a sus amigos al olvido.

La película, como cualquier videojuego que se precie, funciona a tres niveles: fácil, medio y experto. El usuario más avanzado –en edad– podrá acceder sin problemas al subtexto que destila los ya muy sobados valores de las compañías del señor congelado: sé tu mismo –blablablá–, no importa lo que piensen de ti sino lo que tu sabes que eres –blablablá–, juntos podemos combatir cualquier mal –blablablá–. El acierto aquí es que, excepto en momentos especialmente explícitos emocionalmente entre nuestro protagonista Ralph y la versión punki moderna de la Mérida del Brave de Pixar, todo eso queda recubierto por una suerte de homenaje a los videojuegos de ayer y hoy.

Wreck-It_Ralph-203

Así, el gamer más entregado tendrá a su alcance todo un mundo de huevos de Pascua (ese avanzar frente a una pared, esos movimientos de la generación 8 bits de los habitantes de “Repáralo Félix”) que agradecerá con una sonrisa de soberbia en saberse el más experto de la sala. Como aquel Seth McFarlane que cede un cameo a Mario en un episodio de Family Guy para que aplaste a la tortuga asesina de Stewie.

Pero también resultará accesible para el usuario medio, al que me dirijo en el primer párrafo, aquel que disfruta al descubrir en segundo plano personajes que son ya una referencia clave del videojuego: Mario, Sonic, Bowser, Pacman…etc. El mismo que reconoce y descompone los escasos universos que se recrean en la película, que al final acaban excediendo el protagonismo de la confitería de Sugar Rush. No hubiese estado de más explorar otros escenarios y recortar la sobredosis edulcorante final, que por mucha gracia que nos hagan las OREO cantarinas o los Mentos con CocaCola, al final una acaba vomitando insulina.

Rompe Ralph en rosa

Pero es indiscutible que Rompe Ralph también se ganará el corazón de los más pequeños, encandilados ellos con el despliegue psicodélico de colorido y chuchería. Soltando carcajadas con el intercambio de insultos light entre la niña rebelde con ‘pixlexia’ y el grandullón bonachón, y animando a Vanellope en su auto de diseño exclusivo de taller de minijuegos.com.

Rompe Ralph no logra desbancar a Paranorman en mi Top 1 de animación 2012, pero es una divertida alternativa para toda la familia y un caramelito para que los gamers se pasen el juego del “¡yo he pillado eso!” en nivel experto.

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