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Las películas del Universo Cinemático Marvel de la peor a la mejor

El próximo 27 de abril se estrena Vengadores. Infinity war, el 19º largometraje del Universo Cinemático Marvel (Marvel Cinematic Universe), el ambicioso universo compartido en el que convergen los superhéroes de la casa de las ideas. Aprovechamos la ocasión para hacer un top vacuno de todas las películas que la franquicia ha estrenado hasta la fecha.

18. Black Panther

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La película ha reventado la taquilla USA, ha encandilado a la crítica USA, pero desde aquí lo decimos sin rubor: Black Panther es el único bodrio del Universo Cinemático Marvel. A pesar de contar con un icono protagonista, nada funciona. Decorados cutres, efectos de mercadillo y épica prefabricada.

17. Thor

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Cuando se confirmó a Kenneth Branagh como director de Thor, soñamos con un Asgard shakespiriano. Al despertar la hostia fue importante. Una presentación de personaje aburrida y sin alma. Posiblemente la película más sosainas de la lista.

16. Iron Man 2

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Puede que incluso lo pasáramos bien viendo a Robert Downey Jr. y Mickey Rourke jugando a Tom y Jerry en el circuito de Mónaco. Puede que fuera entretenida, pero tan entretenida como prescindible esta secuela de Iron Man. Una película intrascendente.

15. El increíble Hulk

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No lo tenía fácil ni nada Louis Leterrier tras el espantoso Hulk de Ang Lee, así que esta versión del gigante verde mejoró con creces su imagen en la gran pantalla. Una película entretenida y divertida, cuyo gran pero es la pronta desaparición del protagonista Edward Norton, sustituido por Mark Ruffalo en los siguientes filmes.

14. Guardianes de la galaxia: Vol.2

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Aquí el problema es uno de los habituales. Guardianes de la Galaxia: Vol. 2 está francamente bien, pero su mayor problema es que ya existía una película titulada Guardianes de la Galaxia, y que esta vez era lo mismo pero (bastante) peor.

13. Capitán América: El primer vengador

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Capitán América: El primer vengador es la única retroaventura de la franquicia. Una película de corte clásico que funciona como entretenimiento, pero a la que no le perdonamos el escaso rendimiento que le saca a craneo rojo.

12. Ant-Man

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Ant-Man se presentó como la primera comedia sin pretensiones del universo cinemático Marvel, y precisamente esa es su mayor virtud. Un “Cariño, he encogido a los niños” en clave superheróica hecha para dejar el cerebro en el sofá, al lado de las palomitas.

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11. Dr. Strange

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El ‘Origen’ de Nolan adaptado al universo Marvel. Había ganas de ver a ‘Sherlock’ convertido en Doctor Strange, y Bedenict Cummberbatch se mantuvo a la altura de las expectativas. La película más espiritual de la franquicia.

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10. Los vengadores: La Era de Ultrón

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Obtuvo críticas muy negativas en su estreno, pero no nos atreveríamos a decir que La Era de Ultrón. Simplemente es una película irregular, que alterna muy buenos y muy malos pasajes. Da la impresión de que el filosófico archienemigo robótico daba para algo más. Aún con cierta decepción, una secuela disfrutable.

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9. Iron Man

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Quizá hoy en día se queda corta de espectacularidad, pero en su día Iron Man fue una estupenda presentación de personaje gracias a un Robert Downey Jr. cargado de hilaridad. Él era la película, y en ese momento Iron Man era la franquicia.

8. Iron Man 3

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Con algo menos de comedia y algo más de profundidad, esta tercera entrega se convirtió en la mejor película de un personaje que, como ya hemos comentado, era la punta de lanza de todo el universo Marvelita. El giro de guión del Mandarín, personaje que interpreta Ben Kingsley, es una auténtica genialidad.

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7. Thor: El mundo Oscuro

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La secuela de Thor apostó por el entretenimiento sin complejos, y todos ganamos con el cambio. Aunque en la recta final se vuelve convencional, Thor: El mundo Oscuro es en su primera mitad un gran lavado de cara del personaje. El Éter (Una de las gemas del infinito) y la aparición de Loki hacía subir varios puntos a la película.

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6. Spider-man: Homecoming

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El hombre araña ha entrado al Universo Marvel por la puerta grande. Con la colaboración de Iron Man, este spidey quinceañero se presenta como la pieza adolescente que faltaba en el equipo. El carisma de Michael Keaton interpretando a Vulture mejora el ya de por sí gran resultado de este reboot.

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5.  Los vengadores

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Los Vengadores fue la película con la que Marvel dio el primer salto de calidad. No era fácil encajar tantas piezas, pero las personalidades de los héroes convergieron a la perfección en esta primera entrega conjunta. La alternativa perfecta a los trascendentales Batman de Nolan era esta desenfadada conjunción de poderes. Para el recuerdo, la batalla de Nueva York contra miles de ‘masillas’.

4. Guardianes de la galaxia

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La película de James Gunn llegó y conquistó. Una comedia ochentera y psicodélica que no solo es comic, también es la mejor Space Opera desde Star Wars. Darle (cierta) libertad creativa a Gunn ha sido una de las mejores decisiones de Marvel.

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 3. Thor: Ragnarok

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Llegó la tercera de Thor, y se apostó definitivamente por la comedia. Bravo por los responsables de esta valiente decisión. La imponente Hela de Cate Blanchett contribuye a dar un poco de equilibrio a una cinta que funciona mejor cuanto más desmadrada. La colorida y arriesgada dirección artística terminó de rematar la faena. La mejor película de Thor hasta la fecha, de largo.

2. Capitán América: Civil War

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No era nada fácil hacer creíble un conflicto entre El capitán América y Iron Man, más si cabe después de lo que pasó con Batman V. Superman. Pero Marvel armó a sus personajes con algo de lo que carecían los de DC: Motivos. Y si el conflicto funciona, los personajes ya estaban más que testados. Un entretenimiento sofisticado, una película imponente.

1. Capitán América: El soldado de invierno

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El despertar del Capitán en el tiempo presente llevó a la franquicia a su cota más alta. Una cinta de acción a la vieja usanza que daba un descanso al CGI para mostrarnos espectaculares persecuciones en asfalto. Todo esto acompañado con elementos de thriller de primer nivel. El título más maduro de la era Marvel. El mejor hasta la fecha.

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Ahora te toca a ti. Déjanos tu ranking en la zona de comentarios

 

Aniquilación: Redención o muerte en el resplandor

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Tras la excelente Ex Machina, Alex Garland sigue empeñado en mostrar al público que la ciencia-ficción es uno de los grandes géneros. En esta ocasión, adapta Aniquilación, novela de Jeff VanderMeer. Un material muy jugoso de partida que no defrauda en absoluto en su salto a la gran pantalla.

La película está disponible en el catálogo de Netflix España. La plataforma de VOD compró a Paramount los derechos internacionales del filme, lo cual nos hizo temernos un tropiezo, puesto que ya ocurrió lo mismo con la reciente The Cloverfield Paradox, cinta muy inferior a sus predecesoras. Podemos confirmar que no ha sido una venta por cuestión de calidad. Lo malo de todo esto es que Aniquilación merece verse en pantalla grande, y a los que nos gusta el cine nos ha tocado jodernos.

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La película nos hace cómplices del drama de Lena (Natalie Portman), una bióloga que asiste al regreso del marido que (casi) daba por muerto. Pero el esposo (Oscar Isaac) no parece ser el mismo que antes de partir. Pronto descubrirá que ese cambio y el frágil estado actual en el que se encuentras provienen de ‘El resplandor’, una zona en cuarentena con muchas idas y una única vuelta.

Estamos ante un título ambicioso, y ya desde el primer minuto Garland evidencia su deseo de hacer ciencia ficción con mayúsculas. En la introducción, Aniquilación no está muy lejos de La llegada. Se nota un trabajo calculado para crear el clima de misterio adecuado. Garland construye en el espectador la necesidad de adentrarse en el complejo enigma que plantea la película. En todo momento queremos saber más, como si estuviéramos asistiendo a un capitulo especial de Lost (Perdidos). Y paralelamente a la trama, se desarrolla el viaje interior de los personajes. Además de lo que vemos en pantalla, la película invita continuamente a la reflexión, y esta sensación va in crescendo.

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Es de agradecer que, a diferencia de los títulos de aventura habituales, el comando de exploración protagonista es íntegramente femenino. Hemos visto heroínas de acción, pero ahora mismo no me viene otro título a la cabeza cuyo quinteto titular esté formado íntegramente por mujeres. Otra prueba más de que otro cine es posible. Al frente del reparto una estrella consolidada como Natalie Portman, que cumple como atípica heroína de acción.

A pesar de todas estas virtudes, Aniquilación se encuentra lejos de la perfección. Ex Machina era una película más redonda en casi todos los aspectos. La excelencia de los efectos de aquella película colisiona aquí con el abuso de la CGI, que si bien funciona a las mil maravillas para dotar de vida al decorado, chirría a la hora de mostrar sus criaturas. Aquí el problema está como casi siempre en no tomar una base real y apostarlo todo a la carta digital, casi siempre más económica.

Y Cuanto más se acerca el final, más aumenta la sensación de que estamos ante una trama jodidamente difícil de cerrar. Pero Garland arriesga, sin ningún temor a jugar con fuego y caer en lo ridículo. Ya hizo Kubrick en 2001: Una odisea en el espacio, ya lo hizo Zemeckis en Contact, ya lo hizo Nolan en Interstellar… Directores que consideraron que era mejor pasarse por exceso. A los futuros espectadores solo queda recomendarles que se agarren fuerte al sofá, porque vienen curvas. Los que ya la habéis visto, sabéis a que me refiero. En definitiva, estamos ante una película grande por momentos, y que nunca deja indiferente. Sin duda uno de los títulos imprescindibles de 2017.

Reflexión sobre el final en Spoiler

Aniquilación tiene sin duda un final de esos que no deja indiferente, un salto con doble mortal adelante que no escasea en tirabuzones. Garland le pasa la posesión al espectador, y a partir de aquí llega la hora de la paja mental. En mi opinión, la película forma a un equipo en dirección a la redención, a la expiación de los pecados. Ninguna de las componentes del escuadrón protagonista tiraría la primera piedra. Misioneras vocacionales sin absolutamente nada más que perder. La película habla de la autodestrucción para más tarde hacer un llamamiento a la esperanza, a la infinita capacidad de regeneración del ser humano en situaciones límite. De esta manera entendemos que Natalie Portman no muere, si no que resucita, y hace lo propio con su marido. Ambos vuelven del resplandor, ambos sobreviven, pero el precio pagado es la aniquilación al ego anterior.

The Cloverfield Paradox: Para dox, lax dox primerax

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Parece que la saga Cloverfield está dispuesta a tocar todos los palos. Tras el debut en clave Kaiju mockumentary de Monstruoso, llegó Calle Cloverfield 10, una agobiante historia postapocalíptica de espacios cerrados. Ahora llega por sorpresa a Netflix The Cloverfield Paradox, un título que abandona la tierra para instalarse en el terrpr sci-fi espacial.

El punto de partida de Paradox recuerda al de Interstellar, con un planeta al borde de perder todos los recursos y una expedición que tiene como misión alargar la esperanza de nuestra especie. Un comienzo esperanzador y una premisa interesante. Los primeros minutos se desarrollan de manera irregular. La película no encuentro el ritmo, pero destellos de guión como el «Not in Kentucky Anymore» o la terrorífica aparición de la chica entre cables mantienen viva la esperanza. Incluso los momentos de puro Alien, aunque mil veces vistos, mantienen la tensión. Así es como llega el primer WTF mayúsculo de la película, con un brazo que recuerda a la ‘cosa’ de La familia Adams. Por un momento Sam Raimi se apodera de la cinta. Pero con ese brazo en fuera de juego se acabó lo que se daba. El pasaje del terror se va cerrando, y el guión, que pretende ser una ecuación difícil de resolver, se convierte en una resta con llevadas.

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Tampoco ayudan las esperpénticas interpretaciones. Daniel Brühl está peor que nunca, con una cara continua de… ¿Quién me ha engañado para participar en esto? Así es como poco a poco Paradox se va quedando demasiado lejos de sus antecesoras. Quién mucho abarca poco aprieta dicen, y en este caso es literal. Es en este punto es cuando vas entendiendo la decisión de Paramount de ‘regalarle’ a Netflix esta película, que en principio debió verse en las salas de cine. A este Paradox le pasa lo mismo que a aquellas secuelas que tuvo Cube, Hypercube y Cube zero, que intentaban resolver cutremente los enigmas de la original. Intentaremos quedarnos con los buenos momentos, todos mencionados en este reseña. Por lo demás, una gran pena para una de las sagas más misteriosas del cine de los últimos años.

 

Blade Runner 2049: El milagro de la creación

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En ocasiones el público espera ansioso noticias de secuela. No es el caso que nos ocupa. Hay películas que son material sagrado, y Blade Runner es una de ellas. Por ello, los primeros rumores de secuela de la obra maestra de Ridley Scott no cayeron demasiado bien entre los fans. Más aún cuando el director británico confirmó que no se sentaría de nuevo en la silla, y que esta vez sería solo el productor ejecutivo. Pero un aspecto hizo recobrar las expectativas de cara al filme: La confirmación de Dennis Villeneuve (Incendies, Prisioneros, Sicario, La llegada…) como director.

Y la jugada ha salido razonablemente bien. Sin ser la obra maestra definitiva, Blade Runner 2049 es una digna sucesora de la original. No era fácil mantener la atmósfera de un título único, y Villeneuve lo consigue. Esto es posible gracias a la gran labor que se ha realizado en todos los apartados técnicos y artísticos. Todos los planos están cuidadísimos, y la banda sonora de Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch es un Vangelis sin las pasajes de peli porno. Pero la técnica no sirve de nada sin una buena historia, y hay que reconocer que esta continuación la tiene. De hecho, la historia está por encima de sus lineas de guión.

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Si buscamos parientes cercanos, este Blade Runner está cerca muy cerca de Hijos de los hombres, la historia que Alfonso Cuarón estrenó en 2006 y que planteaba la idea de una sociedad estéril. En el plano artístico, el nuevo Los Angeles recuerda mucho al Japón futurista que vimos en la reciente adaptación de Ghost in the shell, aunque el ritmo de acción de la película de Rupert Sanders poco tiene que ver con la pausa de Villeneuve. Quién espere encontrarse un filme de entretenimiento SCI-FI puede quedarse en casa. También queda confirmado el interés de poner en contacto a creadores y creaciones dentro de la filmografía de Ridley Scott. Si la nueva senda de Alien (Con Prometheus y Covenant) habla de crear una nueva forma de vida biológica, Blade Runner habla de la vida artificial, tema que tampoco esquiva la saga espacial. Esta nueva entrega continúa sembrando la duda ¿Son Alien y Blade Runner partes de un mismo todo? Eldon Tyrell, Weyland, Wallace, David… Son ya demasiados personajes jugando a ser Dios.

Entre los actores, gran trabajo de Ryan Gosling, al que le va como un guante el Blade Runner inexpresivo que interpreta. Posiblemente estemos ante el actor con menos recursos gestuales de todo Hollywood, y lo que normalmente le lastra, en esta ocasión es lo que le hace bueno. También destaca la inquietante presencia de Jared Leto, con un interesante y misterioso personaje secundario.

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Pero no todo son virtudes en este regreso. El principal problema de esta nueva Blade Runner reside en su nudo, lugar donde la trama pasea sin avanzar. Con el telón bajado uno se da cuenta de que los 117 minutos de la primera entrega hubieran sido más que suficientes. Aunque la última hora es excepcional, 163 minutos son demasiados. El otro gran error no está en la película, si no en una decisión de marketing completamente desacertada. Rick Deckard, el mítico personaje interpretó Harrison Ford, aparece en el trailer, poster y en la gran mayoría de actos promocionales del filme, pero su personaje no aparece hasta el último cuarto del filme. ¿No se podía haber guardado ese elemento sorpresa? La experiencia hubiera elevado la película un peldaño mas. Lástima que al ver el cartel todos estemos en el cine pensado «¿Y éste cuando sale?»

En definitiva, estamos ante un regreso que ha merecido la pena. Y tengo la sensación de que Blade Runner 2049 puede ganar en posteriores visionados. Ahora solo queda la duda de si volveremos a visitar la tierra de los replicantes en años posteriores. Nada descartable visto lo visto. Si es así, volveremos a las salas.

 

Proyecto Lázaro: Un dramón sobre la resurrección

Tenía ciertas esperanzas depositadas en el regreso de Mateo Gil a la dirección tras las satisfactorias Nadie conoce a nadie (1999) y Blackthorn: Sin destino (2011). Aunque si por algo ha trascendido Gil es por haber escrito algunos de los guiones más importantes del cine español de los últimos años, para Amenabar en su mayor parte. Suyos son los de Tesis, Abre los ojos, Mar Adentro, El método o Ágora. Proyecto Lázaro en su regreso a la ciencia ficción, un terreno que no pisa desde que Eduardo Noriega despertará como el hombre elefante tras un accidente de coche. Aunque no hay un nexo argumental, la película se presenta como una secuela tardía de Abre los ojos, y pretende explicar la vida después de la criogenización.

A pesar de lo interesante de la cuestión, Proyecto Lázaro nunca termina de arrancar. La película centra demasiado el foco en el amor y el drama. El protagonista vive atormentado por la vida que dejó atrás con su pareja, y ese eje tractor del filme no contiene el interés suficiente para crear intriga. Se apuesta todo al conflicto interior dejando de lado lo más significativo: Las consecuencias para la humanidad de esa primera resurrección.

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No ayudan tampoco las interpretaciones. Los personajes de Gil parecen robots con apariencia humana. Les cuesta demasiado expresar, y al espectador mucho más empatizar. El uso y abuso de la voz en off termina consiguiente que veamos al protagonista (Marc Jarvis) como un tipo cansino. Naomi (Oona Chaplin), su novia del pasado, no consigue más de lo que hubiese conseguido un maniquí. Nada resulta real.

La estética acaba por rematarla. Más cercana a un publirreportaje de una clínica dental que al cine en si mismo. Si se llega a llamar el Método Dentix nos quedamos igual. Mateo Gil ha intentado hacer su Gattaca bebiendo de Abre los ojos, pero se le ha Gattascado seriamente. Una pena. Esperamos su pronta recuperación y un regreso a la senda de anteriores trabajos.

Alien Covenant: Apocalipsis antes del Génesis

Pocas películas han despertado en los últimos años tantas filias y fobias como Prometheus. A mi personalmente me encantó el regreso de Ridley Scott al universo del xenomorfo. Prometheus no solo mostraba ese miedo a lo desconocido tan de la saga Alien. Se atrevía con una vuelta de tuerca que ponía en contacto al ser humano con sus creadores.

Revisionando Prometheus esta semana me di cuenta de la verdadera cuestión que abarcaba la película: El inevitable choque entre el creador y su creación. Pusimos el foco en los seres humanos y los misteriosos arquitectos, pero descuidamos que David, el sintético que interpreta Michael Fassbender, era también una creación, en este caso humana. Precisamente en ese punto empieza Alien: Covenant, con una conversación en flashback entre Peter Weyland (Creador) y David (Creación).

Los que esperaban un falso remake del Alien original, al estilo de Jurassic World o El despertar de la fuerza, pueden estar tranquilos. Hay más elementos de Alien: El octavo pasajero que en su predecesora, pero podemos decir que Covenant tiene un 50% de Alien y otro 50% de la metafísica de Prometheus. Los primeros acordes de la banda sonora de Jed Kurzel evocan a la partitura que Jerry Goldsmith compuso en 1979. El espíritu inicial está de vuelta, pero a diferencia del clásico, hay algo más que ‘La mujer y el monstruo’.

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Estamos ante una película ciertamente irregular. Empieza bien, pero Scott se toma su tiempo en el nudo para subrayar algunas lineas. Sin desvelar nada, diré que sobra alguna clase de flauta que otra en la parte central. Quizá el mayor problema de Covenant es que Scott ha cedido ante los que pedían más criaturas que en Prometheus. Si por algo se ha caracterizado la saga es por esa sensación de no saber por donde te va a aparecer el xenomorfo. Si viene de arriba, de abajo, de dentro, de fuera… En ese sentido Scott peca de querer contentar a los fans, o al estudio, y mostrar demasiado al bicho. Aunque hay que reconocer que los highlights de la saga no fallan.

Por suerte, Scott lo compensa con un gran prólogo, un intenso climax y un gran cierre. Al final la película pasa volando. Tenía muchas dudas con la elección de Katherine Waterston en el papel protagonista, la nueva ‘Ripley’, que toma el relevo de personajes femeninos fuertes que ya encarnaron en la saga Sigourney Weaver y Noomi Rapace. Pero la protagonista de Animales Fantásticos y Donde encontrarlos demuestra estar a la altura de las circunstancias. Aunque una vez más, el gran protagonista acaba siendo un Michael Fassbender que se come la pantalla.

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Intuímos que a Covenant no le vendrá mal un futuro revisonado, porque la película está plagada de referencias. La biblia, El paraíso perdido de Milton, Lord Byron, el mito de Prometeo, Frankenstein (Cuyo nombre original era Frankenstein o el moderno Prometeo), el soneto soneto Ozymandias de Percy Bysshe Shelley, Richard Wagner… Claves que esconden otras claves. Claves que conectan con algunos misterios sin resolver. Un ejemplo, ¿Sabías que Lord Byron murió desangrado a causa de las sanguijuelas que le pusieron alrededor del cuerpo para curar una fiebre? Nada es casual. Y esto ya es mucho más de lo que ofrece cualquier blockbuster. En ese sentido, Scott demuestra que sigue siendo un autor.

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Al acabar la película uno se queda con ganas de más, y eso siempre es una gran señal. Cruzamos los dedos para que la película funcione en la taquilla americana y podamos tener universo Alien para rato.

Assassin’s Creed: Videojuego en Sevilla, ninguna maravilla

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Es un poco triste tener que abrir un artículo con un tópico, pero Assassin’s Creed confirma de nuevo que el salto a la pantalla de los videojuegos suele ser un salto al vacío que casi siempre acaba en hostiazo. Y eso que daba la impresión de que esta vez la cosa podía funcionar. El director Justin Kurzel repetía con Michael Fassbender y Marion Cotillard, con los que acababa de trabajar en su reciente adaptación de Macbeth. Parecía que el estudio no quería renunciar a intentar hacer algo más que un producto, y tras ver la película, ese intento de dignificar la película es quizá lo que ha terminado de hundirla.

En Assasin’s Creed un condenado a muerte se libra de la ejecución a cambio de participar en un programa que pretende recuperar la manzana mordida de Eva, una reliquia que puede hacer que la violencia desaparezca de la sociedad. La acción se desarrolla a caballo entre el presente y la España de 1492.

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Tras unas intrigantes y prometedoras escenas iniciales todo se viene abajo rápidamente. Ese continuo juego presente-pasado provoca que nunca nos acabemos de trasladarnos a ninguna de las dos épocas. El vehículo que utiliza la película para hacer el viaje se denomina el ‘Animus’, una evolución tecnológica capaz de viajar a los recuerdos. Las escenas de Fassbender en el presente y de Aguilar, su antepasado español, son lo peor de la película. Justo cuando parecemos estar ante la inquisición volvemos adelante para ver como Fassbender sufre jugando a una especie de Wii extrema.

Kurzel se empeña en darle trascendencia a lo que en realidad es poco más que una película de hostias, y el interés cae en picado con el paso del metraje. Llega un momento en el que ya no sabes si estas viendo El código Da Vinci, La Isla, El Ministerio del tiempo o Aguila roja. Las interpretaciones no ayudan. Fassbender y Cotillard están peor que nunca. Uno se pregunta quién les convenció para meterse en este jardín, y todo indica que la respuesta tiene unos cuantos ceros.

Estamos ante una película que ni siquiera agradará a los ultras de la saga de la videoconsolas. Asassin’s Creed no es solo decepcionante, también es muy mala. De momento la única adaptación potable de un videojuego sigue siendo la de Silent Hill. ‘El caballero oscuro’ de este subgénero aún está por venir.

 

Logan: Slow food para la última cena mutante

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Reconozco la valentía de la pareja Hugh Jackman-James Mangold al intentar darle un final digno a uno de los grandes personajes del cine de superhéroes. Tras dos spin-offs insatisfactorios, Logan no solo pone fin al más célebre personaje de la Patrulla X, también despide a la primera generación cinematográfica de mutantes. La apuesta de Mangold era dejar de lado el fast-food cinema para hacer una pellicula más pausada, más íntima, con sabor a western crepuscular. Algo más que la habitual empanadilla de hostias. El director sacrifica acción poniendo corazón, y en parte funciona. La pena es que al resultado final le falta cabeza.

La acción nos sitúa en un futuro incierto en el que los mutantes se encuentran en peligro de extinción. En ese contexto, un Lobezno alcohólico y desmejorado parece haber olvidado su pasado mutante. Alguien se cruzará en su camino para encomendarlo una último misión.

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La película se alimenta de algunos de los grandes títulos de los últimos años. La relación Logan-Laura recuerda a la que mantuvieron en los 90 Arnold Schwarzenagger y Edward Furlong en Terminator 2, y los enemigos del filme parecen lanzados por Skynet.  La búsqueda de la tierra prometida y algunas escenas en vehículo nos llevan a Mad Max: Furia en la carretera. También está presente el terror fronterizo de No es país para viejos. Y no nos olvidamos de las series. La película parece en ocasiones pariente de Stranger Things. Los paralelismos entre Once y Laura son evidentes, al igual que los de sus lugares de origen.

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Logan es además un gran espectáculo interpretativo. Jackman rinde a gran altura. Hugh Jackman es Lobezno, y Lobezno es Hugh Jackman. Por muchos Lobeznos que veamos en el futuro nunca habrá debate. No habrá uno mejor. Si los premios consideraran este género, Hugh Jackman sería una de los cinco candidatos finales al próximo Oscar. No se queda atrás Patrick Stewart, que encarna a un profesor Xavier entrado en la noventena y con importantes problemas de salud.

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A pesar de las virtudes, los problemas de Logan son evidentes. El principal sus 135 minutos de duración, que se hacen largos ante el vacío de acontecimientos en algunas partes. A eso hay que sumar un guión nunca está a la altura de la estética. Vemos el ocaso del héroe, pero en ocasiones falta un porqué. La película avanza con claros acelerones y frenazos. Nunca encuentra su ritmo. Por suerte, su antológico plano final y el Hurt de Johnny Cash en los créditos elevan un escalón la calidad de la película.

Estamos ante una película para devotos del personaje que gustará a muchos cinéfilos ajenos al género, pero que decepcionará a los que busquen la película definitiva de los X Men. Al menos en esta ocasión hay amputaciones sin censura Made in Lobezno. Decepcionante, pero Logan no es ni mucho menos una mala película.

 

 

Passengers: El despertar por la fuerza

Ni Jennifer Lawrence ha evitado esta vez la tragedia. Y eso que la primera mitad de Passengers se sigue con interés. 45 minutos en los que somos cómplices del naufragio VIP de Chris Pratt. No lo pasamos tan bien como con Matt Damon en Marte, pero merece la pena ser cómplices de los descubrimientos tecnológicos de Pratt. Y es precisamente en el momento en el que la película tiene que poner el turbo cuando comienza a encallarse definitivamente. De ahí al final, de mal en peor, víctima del virus de la comedia romántica, y uno aún más letal: Arrodillarse ante el gran público.

Lo mejor de Passengers en su interesante premisa: ¿Qué pasaría si despertaras de una hibernación espacial 90 años antes de lo previsto? ¿Qué pasaría si además fueras el único pasajero al que le sucede? Hay cierto ánimo de poner en jaque al espectador ante esta situación extrema. También de crear un debate sobre la hoja de ruta a seguir. Pero por desgracia la película se despierta del sueño autoral para recordarse a si misma que su naturaleza es la de un blockbuster navideño.

Nos apena lo de Mortem Tyldum, director que mostró una gran personalidad en Headhunters, su divertidísima ópera prima. Personalidad que ya perdió en The imitación game, su segunda película. Passengers confirma que el sistema Hollywood ha dilapidado otra prometedora carrera. Tampoco es que el libreto de John Spaihts, co-guionista de Prometheus, sea nada del otro jueves.

Ni el buenismo de Pratt y Lawrence consiguen mantener en pie la propuesta. ¿En que momento aceptaron una película tan simplona? Nada nuevo para el actor, que parece haberse abonado a todo proyecto con vista a conquistar la taquilla más que a leer a fondo los guiones. A día de hoy es el nuevo chico florero de Hollywood. Para eso JLo suele tener mejor visión, alternando esta clase de productos con otros que dan lustre a su filmografía.

En definitiva, una película que podría haber sido mejor, pero que está destinada a ser uno de esos títulos de ‘domingo por la tarde’.

Análisis en Spoiler

La película fracasa al optar por la superficialidad desperdiciando el jugo de su debate. Chris Pratt decide despertar a JLo 90 años de lo previsto, condenándola  de por vida a una prisión no elegida. A pesar de lo poco ético de semejante decisión, la película nos manda durante todo su metraje el mensaje de que Chris Pratt es el bueno, pintando en ocasiones a Lawrence como una puta desquiciada. Extraño, puesto que en el fondo el protagonista masculino representa a un auténtico psicópata. No utiliza la fuerza física para despertar a Lawrence, pero aún así se puede afirmar que la despierta por la fuerza. Además utiliza la mentira para que la bella durmiente caiga en la trampa. Lo dibujan como un príncipe, pero esta más cerca del monstruo de Amstetten

 

 

 

 

La llegada: Reivindicando las letras

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El concepto de ‘Primer contacto’ siempre ha seducido a la ficción, sobre todo si se trata de un encuentro entre la humanidad y los extraterrestres. Unas veces somos nosotros los que vamos en su busca, y en otras son ellos los que llegan con desconocidas intenciones. En La llegada, el bando terráqueo juega como local. Pero el ‘Primer contacto’ en su definición exacta habla de «un encuentro entre dos culturas que desconocían su existencia mutua». Si acudimos a la historia encontraremos varios ‘primeros contactos’ documentados. El más célebre es el de la llegada de Cristobal Colón a América, y como sabéis esa primera página común se escribió con sangre. No es de extrañar que el lenguaje predilecto del cine para solucionar ese choque de culturas sea el bélico, con militares a tutiplén. La llegada realiza una inteligente relectura que coloca a una lingüista al frente de la humanidad. ¿El resultado? Una obra maestra.

Hoy por hoy, su director Denis Villeneuve ya es uno de los grandes del cine. Tras Incendies, Enemy, Prisioneros y Sicario vuelve a superarse con un clásico instantáneo. He leído que en La llegada su cine se acerca más que nunca a Kubrick, pero en este punto he de discrepar. Los referentes de Villenueve los encontramos en cineastas más cercanos. Por un lado vemos al Christopher Nolan de Origen e Interstellar y al Robert Zemeckis de Contact. Por otro, al Terrence Malick de El árbol de la vida. El único nexo con Kubrick es el de la imperecedera 2001: Una odisea en el espacio. Pero a diferencia de aquella, La llegada descubre su enigma, mientras que en la de Kubrick seguiremos sin hacer pie por muchos años que pasen. En eso Villeneuve se parece al cine de Nolan, en el que las cuestiones básicas son resueltas al final de metraje.

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El diseño de producción es elegante, y una vez más la partitura de Jóhann Jóhannsson (habitual en las películas de Villeneuve) ayuda a crear una atmósfera única. Los actores también rinden a gran altura. Amy Adams hace aún más grande la película. La actriz interpreta a una especialista en lenguaje con un complejo mundo interior. Su formidable actuación se ve bien secundada por Jeremy Renner y la siempre imponente presencia de Forest Whitaker.

Se agradece que la película evite en todo momento cualquier tentación por tomar el camino  fácil, ese sendero que abren las majors para que todo acabe en el género de acción, y por consiguiente en la enésima saga de consumo rápido. Ya deberían saber las grandes compañías de Hollywood que el espectador no es el mismo que en los 90. Desde el Batman de Nolan no basta con entretener, para que una película perdure en taquilla debe tener calidad. Es por esta razón por la que La llegada tendrá un buen paso por los cines, y una larga vida en formato doméstico.

Su mensaje plantea además un debate filosófico importante y una gran reflexión sobre el lenguaje. ¡Ya era hora! Porque hasta ahora en el cine parece que solo los científicos tenían la última palabra. A eso hay que sumarle la lacra que persigue a las carreras de letras en general, siempre denigradas por las más prestigiosas ciencias. Como estudiante de letras puras, de bachiller humanístico y posterior licenciatura en periodismo, esta película me representa.

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Sin duda estamos ante una de las películas del año. La que va a poner a Denis Villeneuve en el lugar que merece. Ahora solo falta ver cuanta cancha le dan los Oscars. Nominaciones ‘rasca’ seguro, pero ya sabemos lo recelosos que son en la Academia con la ciencia ficción. Eso sí, el lugar en la historia del género ya lo tiene.

 

 

En spoiler (STOP si no has visto la película aún)

El ingenioso final demuestra que La llegada del título poco tiene que ver con la invasión alienígena. Villeneuve cierra el círculo con el alumbramiento de la hija de los protagonistas, la auténtica llegada. Una versión más sencilla que aquel feto que nos mostraba 2001: Una odisea en el espacio.

Tanta inversión armamentística para que salve el mundo una lingüista. El mensaje suena alto y claro: Inviertan más en educación y menos en defensa. Todos saldremos ganando.