Interstellar: Una odisea en el tiempo

En unos tiempos en los que solo llegan al cine adaptaciones y el capítulo X de una saga se agradece una película como Interstellar. Christopher Nolan continúa demostrando que se puede realizar cine de autor para las masas, y todo esto en riguroso 2D. Estamos ante una nueva obra maestra de su cine.

Interstellar cuenta la historia de un ex piloto de la NASA metido a granjera por culpa de la devastación del planeta. En ese contexto el protagonista tendrá que elegir entre permanecer con su familia o enrrolarse en una complicada misión que busca un nuevo lugar para la especie humana.

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Esta vez Christopher Nolan se lo ha puesto muy fácil a los detractores en la que es su primera película controvertida. Incluso para mi sería fácil y divertido destrozarla, puesto que estamos ante una película que te obliga a creer en ella. Si no entras en su juego sus soluciones pueden parecer ridículas. De nuevo veremos en infimidad de críticas la acusación de «cine pretencioso» ¿Pero no es esto lo que necesita el cine? Si Tarantino no hubiese sido pretencioso jamás hubiera filmado Pulp Fiction, sin un pretencioso Ridley Scott no hubiera llegado Blade Runner. Eso es lo que necesitamos, directores que intenten en cada película hacer su obra definitiva. No hay motivos para relajarse. El final traerá cola, como ya lo hizo el de las infravaloradas Contact, de Robert Zemeckis o Misión a Marte, de Brian de Palma.

Me apasiona la capacidad de Nolan para responder sus propios enigmas de forma lógica, dentro de la naturaleza de su argumento. Ya lo vimos en Origen, que a pesar de lo extraño de las piezas todas encajaban perfectamente.  Es una expectativa que no cumplió Perdidos, la madre de todos los enigmas. Damon Lindelof prometió mediada la serie que se responderían todas las preguntas, y el final pareció un «Vamonos de aquí que esto empieza a arder», vamos, que no sabían como acabar y tomaron un atajo. Nolan en cambio no se conforma con generar cuestiones, también se afana en resolverlas. Por algo es el gran arquitecto de nuestro tiempo, en materia cine.

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Las influencias son claras. Es evidente que sin la existencia de 2001: Una odisea en el espacio, Interstellar no hubiera sido la misma película. ¿Se puede hacer una película de este tipo sin mirarse en Kubrick? No lo creo. También hay influencias más mundanas. La explicación sobre los agujeros de gusano es exactamente igual a la que hizo Sam Neill en Event Horizon (Horizonte final), la mejor película del comercialísimo Paul Anderson.

En el apartado musical y sonoro Interstellar va sobrada. Hans Zimmer ha vuelto a crear otro monumento compositivo que actua de traje a medida no solo para las imágenes de Nolan, también para lo que el director nos quiere contar. Una auténtica maravilla. La fotografía, como en todo el cine de Nolan, vuelve a tener un papel principal. Es ahí donde mejor podemos apreciar las reminiscencias del mastodonte cinematográfico que crearon Kubrick y Clarke.

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Al frente del reparto un Matthew McConaughey (Juro que he escrito el apellido sin mirar) en el esplendor de su carisma. Parte del éxito de Interstellar radica en su capacidad para hacer de guía en esta compleja trama. Si entiendes las motivaciones de su personaje no es complicado entender la película. El actor brilla con luz propia sobre un cast en el que también encontramos a Michael Caine o Anne Hathaway, entre otros.Que bueno es Nolan guardándose cartas.

La película nos deja una profunda reflexión sobre nuestro papel en el universo y nuestra relación con el planeta. Además crea un inevitable paralelismo con la situación de la ciencia en España, en peligro de extinción tras una atroz política de recortes que ha ejecutado el PP. En el filme sucede algo parecido. Cuando los alimentos escasean la inversión espacial se ve reducida drasticamente, y es relegada a vivir en la sombra. Peligra la única carta que puede salvar al planeta. En la España de hoy se están cerrando laboratorios que investigan enfermedades como el cancer, y eso también puede ser definitivo para nuestro futuro.

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Y ya no hace falta que sepais más. Puede que la fascinante Interstellar no guste a todos los públicos, pero lo que es seguro es que no deja indiferente. Ya tengo ganas de volver a disfrutarla, pero eso ya será en el sofá de mi casa cuando sea editada en formato doméstico. Interstellar ya es historia del género, y el tiempo dirá si es también historia del cine.

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