Whiplash: La música con sangre entra

Tras ganar en Sundance (Mejor película y Premio del público) y conseguir Premio en la Seminci de Valladolid (Mejor director novel), Whiplash ha conseguido rascar cinco nominaciones al Oscar. Una recompensa (escasa) que ha hecho de altavoz a una película que sin duda merece atención.

La película nos cuenta la nada entrañable relación entre un batería de jazz con hambre de trascendencia y su colérico profesor.  Así es como Whiplash nos ofrece uno de los duelos interpretativos del año, el que enfrenta a Miles Teller y JK Simmons. Este último es el virtual ganador del Oscar al Mejor actor secundario, mientras el joven Teller ha sido ninguneado por la Academia. Sin duda la presencia de Simmons impone, pero el personaje de Teller requiere un esfuerzo interpretativo mayor, puesto que tiene más matices. y el intérprete responde perfectamente a sus exigencias. Dicho esto JK Simmons está perfecto, y será recordado, pero su personaje son 10 gestos y 10 gritos.

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El director Damien Chazelle nos plantea un interesante debate sobre si el genio nace o se hace. ¿Se necesita disciplina extrema para triunfar o realmente los genios ya vienen de serie? JK Simmons es el Aladdin que frota la lámpara, con riesgo alto de que la misma se acabe rompiendo. Es fácil pensar que personajes como el suyo están en peligro de extinción, pero os aseguro que aún quedan. Sin ir más lejos, hace unos años vi como un profesor le montaba un pollo tremendo a una niña porque las zapatillas de ballet que llevaba eran de otro color ¿Es necesaria la humillación en el proceso de aprendizaje? Cada espectador tendrá la posibilidad de sacar sus propias conclusiones, pero yo tengo mi punto de vista: Rotundamente no.

La película transcurre a un ritmo frenético, y consigue hacer reflexionar desde el entretenimiento. Por momentos Whiplash se convierte en un auténtico thriller musical, que se ve favorecido por un acertadísimo montaje. El punto laser que tiene en la frente Elijah Wood mientras ejecuta la pieza de Grand Piano es una masaje al lado de la presión que ejerce el profesor sobre el aprendiz de batería.

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Con todo esto, Whiplash esta lejos de ser una película redonda. Una de las cosas que la frena de cara a alcanzar cotas mayores es su estructura de cine deportivo/historia de superación. Si la analizamos, no deja de ser la típica película de novato que entra en el equipo de fútbol americano, donde se encuentra con un entrenador totalmente desquiciado que acaba por sacar lo mejor de él. La película surge de una idea sencilla, aunque consigue desarrollarla de forma brillante.

En definitiva, estamos ante una muy recomendable ópera prima que además es un gran entretenimiento en si misma. Merece la pena apuntarse a este conservatorio  y disfrutar en el cine de su desatado climax final.

Lo mejor: El recital de Miles Telles y JK Simmons. Uno de los mejores duelos interpretativos de los últimos años.

Lo peor: Su estructura de cine deportivo. Sota, caballo y rey.

 

 

6 comentarios en “Whiplash: La música con sangre entra”

  1. Me ha gustado mucho esta película recomendada por nuestra estimada vaca. He de decir que la crítica me ha parecido interesante y que estoy casi totalmente de acuerdo. Digo casi porque no comparto el ‘pero’. Me explico, no creo que sea la típica historia de superación personal. El típico chico talentoso que desarrolla todo su potencial gracias a un profesor/entrenador duro, con una conducta ciertamente cuestionable. En mi opinión la película no nos muestra este derivado del sueño americano. Lo que vemos es un claro reflejo de un sistema educativo ultracompetitivo. Un sistema, normalmente impartido en centros privados, en el que lo mas importante es el exito de sus mejores alumnos y no tanto la educación de todos ellos. Lo que el personaje que interpreta JK Simmons busca no es que el alumno saque todo su potencial, sino descubrir la nueva joya del jazz. Sea quien sea, caiga quien caiga.

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  2. Estoy de acuerdo en todo. Lo de «historia de superación» me refiero a estructura, a eso que decía del «cine deportivo». Relación dificil entrenador-jugador que termina en un partido final que el equipo gana. Pero no, no es la típica.

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