Star Wars Episodio VIII: Los últimos Jedi. El equilibrio es imposible

Tras el buen arranque de la nueva trilogía con El despertar de la fuerza, Rian Johnson tenía un buen marrón. Su predecesora cumplió las expectativas, pero hubo unanimidad al señalar su único problema: Se parecía demasiado al Episodio IV. El director de Brick y Looper tenía la obligación de dotar de personalidad a la nueva entrega sin salirse del universo de la saga, y podemos confirmar que lo ha conseguido. Los últimos Jedi aporta nuevos aires a la saga, e incrementa el espectáculo gracias a un puñado de buenas escenas. Pero en el universo Star Wars todo tiene un lado tenebroso, y esta película no es una excepción. Hay momentos cumbre, pero también hay una buena dosis de vergüenza ajena*.

Partimos de la base argumental de siempre. La alianza rebelde resistiendo al terror del imperio. Mientras, Rey intenta convencer a Luke Skywalker de que se una a los buenos. La película va claramente de menos a más. Tanto es así que la primera mitad no logra siquiera alcanzar el aprobado. Hay paja,  más concretamente miles de fardos de paja. Por suerte, toda la potencia que le falta al arranque, la encontramos en el climax, donde la puesta en escena es clave en los momentos álgidos.

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Pero si hay algo rematadamente malo en este episodio es el guión, y en este caso no me refiero a las líneas de texto. Estamos ante un libreto que toma decisiones peregrinas para llevar la acción por donde quiere. Parece que Disney ha vuelto a usar el gran calzador galáctico para que todo encaje, artilugio que ya se utilizó en Rogue One la pasada temporada. ¿Qué significa esto? Que hay cosas que suceden porque sí, porque me viene bien, porque me sale del Naboo. Se nota demasiado la ausencia de Lawrence Kasdan en este apartado. Un hombre que ha subido poner a la franquicia los pies en el suelo.

Lo que tampoco acaba de convencer es la cuestión política y filosófica que plantea la película, que ofrece un mensaje de trazo grueso y menos transgresor que el de sus antecesoras, especialmente si la comparamos con los episodios I, II, III, en los que la burocracia era protagonista. Se incide en el tercer mundo galáctico, en un universo de ricos y pobres, en el origen humilde de Rey, pero en esta ocasión de una manera exclusivamente superficial.

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Quizá por todo esto, Los últimos Jedi funciona mejor si dejas el cerebro en casa y renuncias a cualquier capacidad de análisis. Y es que en realidad el sabor que deja la película es bueno, pero todo empeora al intentar encajar algunas piezas. En definitiva, estamos ante la que es posiblemente la película más irregular de toda la saga galáctica. 

 

 

 

 

ANÁLISIS EN SPOILER (DEJA DE LEER SI NO HAS VISTO AÚN LA PELÍCULA)

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*Momentos de vergüenza ajena:

La muerte de Snoke y Phasma (2×1)

Si bien estéticamente, su ejecución es uno de los mejores momentos de la película, la eliminación de este personaje no deja de ser una auténtica estafa. Visto y no visto. Se nos presenta al tipo más poderoso de la saga para ser ejecutado como un masilla en los Power Rangers. ¿Qué tipo de broma es esta? Y lo peor es que con otro personaje a priori interesante como Phasma, sucede exactamente lo mismo.

Leia volando

Sobran los comentarios. Lo normal es que a la princesa Leia le explote la puta cabeza en el espacio exterior. Pues no, justo cuando se va a desintegrar… Superman returns y aquí no ha pasado (casi nada) nada. Medio cine en modo facepalm.

El no suicidio de Finn

En esta entrega el personaje de Finn cae en picado, hasta convertirse en un puto mono de feria. Parece que querían utilizar un personaje negro por eso de la inclusión, y han acabado cometiendo el error de siempre. En convertir a Finn en el negro de la película, un (supuesto) personaje negro que aporta entre poco y nada. Pues bien, cuando parece que Finn iba a tener un final potable suicidándose por el bien común… Va su rollete oriental y se suicida para salvarle a él, muriendo con beso previo. El vergüenzómetro hecha humo.

Además de estos ‘momentazos’ hay varias cosas más que chirrían. El personaje de Poe Dameron, supuesto Han Solo de la nueva trilogía, es el personaje más plano de toda la saga. Sí, me ha hecho añorar a Jar Jar Binks. Un personaje guiado por sus testículos.

Tampoco nos han contada nada del romance entre Leia y Amilyn Holdo, que se marcan un Frodo-Sam en versión Star Wars. Parece claro que hubo tema. Veremos si el episodio VIII es capaz de cicatrizar todas estas heridas.

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