Django desencadenado: Tarantino (demasiado) desatado

Dicaprio y Jamie Foxx en Django desencadenado

Tras su paso por la Francia ocupada por los nazis Tarantino cruza el charco para ofrecer un spaguetti western bañado en sangre y plagado de momentos cómicos. Django desencadenado es para la filmografía del director lo que Oh brother! fue para la de los hermanos Coen.

Tarantino no entiende de épocas ni de fronteras geográficas. Asia, Europa o la América esclavista no suponen un límite para su cine, y hasta un ataque del Ku Klux Klan puede verse con una sonrisa bajo su prisma. Lo que para DW Griffith fue una épica hazaña bélica en los inicios del cine en El nacimiento de una nación, en Django es una tronchante chapuza. Y es en esos sets del metraje donde Tarantino se hace fuerte. Llevando la historia a su terreno y consiguiendo que nada se resienta.

Lo mejor de Django desencadenado es también lo peor. Su falta de pretensiones choca con una declaración que Tarantino ha dispersado en los últimos tiempos, la de que su mejor película está aún por llegar. El tono distendido de Django le quita empaque al conjunto. Es esa falta de ambición a la hora de rodar la que aleja a esta película de las grandes de su filmografía. Kill Bill tenía sangre a chorros, pero también nos hacía sufrir con la novia protagonista. Malditos bastardos contaba con un comienzo de altura, inteligente y terrorífico. Aquí toda esa seriedad es sustituida por sketches, gags y poses, lo que hace que nunca consigamos entrar dramaticamente en la trama. Se empatiza de manera lúdica, pero nunca dramática. Tarantino se desata, pero se olvida de aplicar una necesaria cordura al conjunto.

django desencadenado sangre

Emparentaría a la película, por estética y excesos, con otra road movie de la américa profunda titulada Los renegados del diablo. Los cazarrecompensas de la película de Tarantino son una versión estilizada de los psicópatas de Rob Zombie. Se observa también similitud en el montaje: Planos, uso dela cámara lenta, inserción de la música o su concepción de ver la película como una suma de viñetas. El filme de Zombie puede parecer un primo lejano, pero comparte sangre con Django.

En el elenco destacan dos personajes por encima de todos, ambos poseen un rol secundario. Las escenas del jeque afrancesado Dicaprio elevan el nivel del filme. Cada vez que aparece la película mejora. El actor se luce en un papel más complejo de lo que puede resultar en apariencia. El otro gran personaje es el negrero negro al que da vida un Samuel L. Jackson vestido para la ocasión. Un personaje malvado pero que nos deja carcajadas en cada intervención.

Samuel L Jackson haciendo de negrero. Lo mejor de Django desencadenado

De Django, al que encarna Jamie Foxx, no podemos decir lo mismo. Es el protagonista más plano de todos los que han pisado el cine de Tarantino, pura estética sin esencia. Parece haber sido dibujado con brocha gorda y en ocasiones resulta una naturaleza muerta. El dentista alemán de Christoph Waltz está mejor construido, pero haciendo una comparación reciente se queda a años luz del cazajudios de Malditos Bastardos.

El último elemento del filme dificilmente justificable es su duración, y sobre todo esa forma de finalizar. Con el partido practicamente apagado el árbitro decreta una prórroga que solo incide en lo anterior, bien se podía haber añadido algún minuto más antes en el tiempo reglamentario antes de tener que jugarla. En números, a Django desencadenado le sobra entre 30 o 40 minutos.

A pesar de estos contras Django desencadenado es sin duda una película disfrutable, un entretenimiento con calidad garantizada, pero a veces no viene mal un poco de pretenciosidad para convertir lo bueno en histórico. De cara al próximo filme hay que exigir al tio Quentin que eleve un par de puntos la intensidad, un nuevo trabajo que ya esperamos ansiosos.

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