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Los archivos del Pentágono: Periodismo contra el miedo

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Steven Spielberg confirma en cada nuevo título su trabajo como gran cronista de la historia del Siglo XX. La lista de Schindler, Salvar al Soldado Ryan, Munich, El puente de los Espías… Poco queda del otrora Rey Midas de Hollywood. Hemos perdido al cineasta que asombraba en la fantasía y ciencia ficción, pero hemos encontrado a un gran historiador con ecos del mejor cine clásico americano. Los archivos del Pentágono no hace más que confirmar esta afirmación.

La película aborda uno de los episodios clave en la historia del periodismo durante el mandato de Nixon, el de los Pentagon papers. Dichos papeles, con información clasificada, ponían en tela de juicio el papel de Estados Unidos en Vietnam, una guerra ya de por si muy cuestionada con protestas a lo largo y ancho del país. Y tampoco quiero contar mucho más, puesto que los que no conozcan lo sucedido tendrán ese plus al sentarse en la butaca.

El guión de Liz Hannah y Josh Singer indaga en la parte privada de la historia. Especialmente en la relación entre Katherine Graham, editora del Washington Post, y Ben Bradlee, director del periódico. Spielberg ha contado con dos primeros espadas para defender los personajes: Meryl Streep y Tom Hanks. Ambos intérpretes resuelven el papel con la efectividad marca de la casa. Especialmente interesante resulta el personaje de Streep, que da vida a una poderosa mujer que tendrá que enfrentarse a una dura decisión y a un momento de hombres que no la respetan. No solo ella y el Post estuvieron en juego, también el papel del periodismo en la sociedad.

Los archivos del pentágono gustará especialmente a los que disfrutaron con Todos los hombres del presidente, la obra cumbre del periodismo en el cine. De hecho, ésta última actúa como la precuela perfecta. Este subgénero, también llamado Porno para periodistas, reescribe las letras doradas de la profesión en estos tiempos oscuros. «La prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes”, dice Katherine Graham en un momento de la película. Las carcajadas en la sala fueron sonoras, y no hace falta explicar el motivo. 

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En definitiva, Los archivos del pentágono es una pieza sólida de la marca Spielberg. Una historia que toca especialmente a los que somos parte del periodismo, pero que duele al ver la triste realidad. Sólo hay que ver el caso de El país en España para presenciar la decadencia del periodismo y su derrota ante los intereses políticos y económicos. Aun así, vale la pena recordar que esto sucedió. La libertad de prensa también ha tenido que ganar batallas, y esta fue una de las más importantes.

Spielberg regresará a la fantasía en marzo con Ready Player One, película sobre un icónico mundo virtual. Si consigue estar a la altura de estos archivos habrá cumplido sobradamente.

El puente de los espías: La pesca del salmón en Berlín

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Hablar de El puente de los espías es hablar de dos gigantescas figuras del cine: Steven Spielberg y Tom Hanks, historia viva de Hollywood. El director, otrora conocido como El rey Midas de la industria, nos ofrece una auténtica lección magistral de cine. Siempre subrayo que Clint Eastwood es el último gran director de cine americano como tal, pero tras este filme me veo en la obligación de confirmar que hay dos grandes autores de cine americano vivos. Spielberg ha sabido añadir la esencia del cine clásico a la que ya de por si es una gran historia.

El otro nombre propio es Tom Hanks, del que siempre destaco algo que me parece de un mérito impresionante: El hecho de que a pesar de ser Tom Hanks, el intérprete consiga que en cuestión de segundos dejemos de ver a la estrella para ver a su personaje. Así logra que disfrutemos de Forrest Gump, del Capitán Phillips o de este gran James Donovan.

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Además el cineasta se ha convertido con el paso del tiempo en un gran adaptador de la historia al cine. Tras La Lista de Schindler, MunichSalvar al Soldado Ryan y este puente de los espías ya podemos decir que Spielberg es el gran retratista de La II Guerra Mundial y sus consecuencias.

Otro de los grandes méritos de la película es su capacidad para emocionar sin hacer uso de los abusivos recursos habituales. Basta con un detalle de complicidad entre los protagonistas para tocar de manera sutil la fibra del espectador.

Ya hemos hablado del trabajo de Hanks, pero sería injusto no mencionar a Mark Rylance, el actor encargado de darle la réplica en el bando soviético, que lejos de quedar eclipsado luce en los duelos con Hanks, sus escenas compartidas son de lo mejor del filme.

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En resumen, estamos ante una película de las que yo no quedan. Quizá Spielberg no tenga hoy la capacidad de innovar que tenía en tiempos de E.T, Encuentros en la tercera fase o Parque Jurásico, pero mantiene intacta la capacidad de narrar. Bendita madurez.

Lo mejor: Es cine en peligro de extinción, con una dirección de Spielberg de las que ya no quedan. 

Lo peor: Su excesiva solemnidad. 

Jurassic World: Dinos del futuro pasado

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La franquicia de dinosaurios por excelencia ha vuelto, y más que en forma de secuela, reboot o remake lo ha hecho en forma de revival, una película hecha para los nostálgicos del parque original.

La historia es la de siempre. A pesar de los incidentes anteriores, Jurassic World se ha convertido en el Disney World del planeta. En ese contexto dos jóvenes visitarán el parque con pulsera VIP cortería de su tía. Todo idílico hasta que, como era de esperar, alguien deja una jaula abierta.

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Lo primero que se agradece en este nuevo parque es la falta de pretensiones, y más en la época en la que se tiende a hacer la versión «seria» de todo Blockbuster. Así es como nos tragamos el pasado año un drama familiar llamado Godzilla, que ni siquiera era capaz de ofrecer una gota de humor. La capacidad de autoparodia de este Jurassic World juega en favor del conjunto. Estamos ante un blockbuster de los de antes.

Los nuevos tiempos han llegado al parque, que a pesar de los avances tecnológicos comparte ese aire cutre y prefabricado de todo parque temático, ese look Marina D’or con aspecto zoológico. En los tiempos en los que la parada de metro de Sol se llama Vodafone Sol era de esperar que la nave principal del complejo estuviera patrocinanda por Samsung. También han llegado nuevos dinosaurios, fabricados a medida del consumidor, lo que hace que se pierda un poco de esa magia de antaño, en la que el tiranosaurio nos dejó boquiabiertos. Ver una especie de la que no hablan los libros nunca será tan espectacular.

La crisis también ha llegado al recinto. La célebre frase «No hemos reparado en gastos», de John Hammond, ha sido enterrada, y ahora se busca patrocinios fuertes y capital extranjero. El que pone la pasta en este capítulo viene de Asia, como uno de esos jeques que por capricho se comprar un equipo de fútbol.

El director Colin Trevorrow parece dirigir convencido de que el trabajo de Spielberg en la primera entrega no se puede superar. Teniendo eso en cuenta nada mejor que utilizar la nostalgia como arma. Esto se hace recurriendo a la banda sonora o a los elementos que hicieron grande el inicio de la saga. Se busca esa sensación de cuando encontramos por ahí el cuadernos del instituto o el book de plástica del colegio, que por un momento añoremos ese pasado y, como todos sabemos, eso suele funcionar.

Además de recorrer la película original, Jurassic World deja interesantes guiños a otras películas. El morsasaurio toma el relevo de Tiburón en clara referencia al clásico de Spielberg. La escena de los dinos alados es un claro homenaje a los pájaros de Hitchcock. También asistimos a una persecución en la jungla con inspiración y colores de Depredador.

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Chris Pratt y Bryce Dallas Howard son los héroes de ocasión. El primero ejerce el rol de Indiana Jones rollo empotrador. Un hombre que tiene la templanza para adiestrar velociraptores y la pasión suficiente como para dar un puñetazo sin antes preguntar. La segunda pasa de esclava del trabajo a Teniente Ripley en tacones. ¿Quién dijo Gore Tex? Dallas Howard se mete a la selva con zapatos y sale de ella impecable, como para ir de boda. Ambos forman un tandem cómico-romántico-erótico inspirado en el cine de aventuras clásico. Se ha sustituido la inteligencia de los personajes de Sam Neill y Laura Dern por músculo y acción. Son como Hannah y Mess. O en el Cadillac & Dinosaurs de recreativas.

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Los efectos especiales han confirmado algunos temores que dejó el trailer. Los dinosaurios digitales son menos dinosaurios. El realismo del primer Jurassic Park ha desaparecido. Tan solo en algunos planos aparece la grandeza de esa primera etapa. Los dinosaurios han perdido la capacidad de sorpresa.

En definitiva, estamos ante un homenaje diseñado para los fans de la película original, que sin ser una gran película si puede ser disfrutable. Un digno regreso que aporta poco o nada nuevo. La franquicia muestra evidentes síntomas de agotamiento, y otro regreso al parque podría ser letal. Veo imposible una secuela. Lo de soltar a tiranosaurios por la city dio un resultado nulo en El mundo perdido, y para ver a este especie conquistar la tierra me quedo con los simios.

Lincoln: Un Lincoñazo

lincoln montado a caballo daniel day lewis

Me gusta el cine histórico. Me gusta el cine político. Me gusta Daniel Day Lewis. Lincoln tenía buenas cartas. Lástima que este episodio nacional de Spielberg se convierta en una lucha a muerte por mantener la vigilia. Y no lo digo yo, lo dice la Organización Mundial de la salud, que ha obligado a incluir en la edición doméstica este mensaje: «Advertencia: Esta película produce somnolencia».

La película cuenta la lucha diplomática del Presidente para sacar adelante la decimotercera enmienda, que a la postre convertiría a los esclavos en hombres libres. Lincoln es cine de despachos, de trastienda política. En un escenario de guerra, el presidente americano tiró de corrupción (votos a cambio de un puesto de trabajo mejor) para sacar adelante la enmienda. Es uno de esos casos en los que el fin justifica los medios.

¿Donde está el error? Sin duda en los primeros minutos. Spielberg pretende meternos en el nudo sin una introducción que de pie al conjunto. El espectador comenzará desorientado, como si se hubiera perdido el primer día de una de esas miniseries de dos capítulos y pasara directamente a Lincoln: El desenlace. Esto convierte a su primera hora en una oda al bostezo. Es dificil no caer en las garras de Morfeo, por mucho que intentemos agarrarnos a la notable dirección artística o al vestuario, en el que por cierto hay más chisteras que en la boda de Fran Rivera.

Tommy Lee Jones en Lincoln

Lincoln tiene una gran media hora, entre los minutos 90 y 120, pero a esas alturas ya es demasiado tarde, además pasado ese tramo la película regresa al tedio. Es una pena que ese mediometraje político se ahogue víctima del naufragio general.

Spielberg intenta por todos los medios dar épica y brillo a su protagonista, pero no consigue que Lincoln empatice con el espectador. Sus largos parlamentos me han recordado a las ruedas de prensa de Marcelo Bielsa. Uso y abuso de la metáfora e inclusión de vivencias que convierten a la película en un anecdotario.

Daniel Day Lewis no consigue brillar. Prueba de ello es que más que a Lincoln vemos a  Day Lewis disfrazado. Que esa sensación no desaparezca convierte su interpretación en un fracaso. Sin duda ha sido el oscar más barato de los tres que tiene el actor. He leido que el presidente era bastante afeminado. Spielberg deja esa variable fuera del conjunto.

daniel day Lewis sentado en Lincoln

Por suerte entre los secundarios se encuentra Tommy Lee Jones, que defiende con brillo a un gran personaje. Lo mejor del conjunto. Sería injusto no destacar también a Sally Field, que realiza un interesante trabajo.

Esperemos que Spielberg pueda recuperar la grandeza perdida en los últimos años y ofrecernos algo más que oficio. De su última etapa me quedaría con la brillante narración de Munich. Ese es el mínimo que hay que exigirle a este director, uno de los grandes del cine.