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Handia: El gigante que no fue molino

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Casi todo lo que se pueda decir de Handia (grande en Euskara) lo confirma su título. La nueva película de Jon Garaño y Aitor Arregi (Loreak) confirma el buen momento que vive el cine vasco. Ya no es solo que cumpla, a nivel formal está película impresiona. Que nadie piense que el Premio del Jurado que recibió en el Zinemaldia es un localismo. Handia es cine con mayúsculas.

Garaño y Arregi mezclan realidad y ficción para contarnos la historia de Miguel Joaquín Eleicegui Arteaga, más conocido como el gigante de Altzo (Gipuzkoa). Un joven que empezó a crecer desmesuradamente al superar la veintena, llegando a alcanzar los 2,42 metros. El célebre gigante vivió en la época de las guerras carlistas, antes de ser ‘exhibido’ por medio mundo.

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El mayor logro de Handia es estético. Pocas veces hemos visto rentabilizar con tanto acierto un presupuesto (3,5 millones de euros). A veces no es cuestión de tener más dinero, si no de saber seleccionar el material para que no se note el déficit. Alatriste, que costó 24 millones, se convirtió en un “quiero y uno puedo”. No ocurre lo mismo con esta película, menos ambiciosa, pero con un extraordinario acabado. Su dirección artística debería estar muy bien posicionada de cara a los próximos Goya. El trabajo de FX es soberbio, un truco de Meliès que se alarga durante dos horas y al que no se le encuentra la trampa. No era nada fácil hacer un gigante creíble, pero el equipo de la película lo consigue.

Más allá de la mera técnica, Handia tiene esa magia del cine. Un toque fantástico sobre una sorprendente base real. Se podría decir que la película es un punto de encuentro entre Vacas y El hombre elefante. Una historia universal que no pierde la identidad en ningún momento. Se podría decir que estamos ante un Forrest Gump vasco de autor.

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En el casting destacan los dos hermanos protagonistas: Eneko Sagardoy, que interpreta al gigante Joaquín, y su hermano Martín, al que da vida Joseba Usabiaga. Su selección para los personajes es un acierto total. El único problema de la película es su propio planteamiento, que recrea la vida de Joaquín pero no nos da un foco claro de tensión. Hay relato, y las situaciones se suceden, pero en su parte final se echa de menos un climax. A pesar de esto, y sin ser cine de entretenimiento al uso, Handia está lejos de ser una película aburrida. Merece la pena disfrutarla en una sala de cine (Siempre que sea en su versión original en euskera).

La historia real del Gigante de Altzo

Al ver la película uno se pregunta si el gigante de Altzo está más cerca de la mitología que de la realidad, pero Handia tiene más elementos auténticos de lo que puede parecer. El robo de su esqueleto parece un truco de guión, pero realmente sucedió, y aunque se rumorea que puede estar en algún museo inglés, no se tiene constancia de su paradero. También me ha llamado la atención otro dato que en la sala no me parecía creíble. Miguel Joaquín pegó el estirón a los 20 años debido a la acromegalia. A diferencia del gigantismo, esta enfermedad se desarrolla en la edad adulta. Se estima que su altura alcanzó los 2,27 metros y su envergadura 2,42.

FANT 23: FANT en corto vasco

Tras la inauguración con Pieles, llegó el momento de mostrar el estado del cine vasco de género. El FANT en corto vasco es una gran oportunidad de detectar el talento que viene.

Bestealdetik, de Mar González Ruiz de Larramendi ·

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Empieza como una película de terror en cabaña, pero Bestealdetik es un auténtico poema en imágenes. Más cerca de la lírica que de la prosa. Una gran reflexión sobre el peso del tiempo y el inevitable final. Mikel Laboa remata la jugada.

Decorado, de Alberto Vázquez

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Estuvimos hace unos meses en la Semana de Terror de Donosti. El desatado público del Festival gritaba en alto Decorado en cada una de las películas. Ahora lo entendemos todo. Decorado es ya una obra magna de la animación absurda. Una auténtica joya.

Nunca pasa nada, de Javier Prieto

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Nunca pasa nada recorre la cola del INEM con una técnica de animación cercana a la de Waking life y A Scanner Darkly de Linkater. Corto de tiempos de crisis, de como vemos la vida pasar sin que nada cambie. Mención especial a su potente banda sonora.

Ihesa, de Alejandro Díaz Castaño

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Empieza como terror con invasión casera, pero no nos muestra hasta el final su verdadera naturaleza. Un trabajo que invita a cierta reflexión y con el que no cuesta demasiado empatizar. Que dura es la rutina.

Bright lights, de María Zabala

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Más que un cortometraje, un buen videoclip para el tema Molly & Pete de Belako. Funciona a nivel estético, pero su guión no está a la altura de las imágenes.

Precious Moments, de Asier Iza

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El cortometraje de la noche. Comienza con tono cómico en uno de esos picaderos de carretera secundaria, después se pasa al lado inquietante. El resultado final parece cómico, pero pasados unos minutos te das cuenta de que has visto algo terrorífico. Una original vuelta de tuerca al Christine de Stephen king.

Si la oscuridad nos lleva, de Mikel R. Alonso

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Estamos ante un microretrato de asesino comprimido en un ZIP. Su ambientación resulta inquietante. (Muy) Breve, pero intenso.

Villa Mnemósine, de Rubén Salazar

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El corto de más presupuesto de la lista (O eso creemos por su diseño de producción). Una interesante idea que llama a la reflexión. Tiene calidad, pero el FANT no era su lugar.

Ulises, de Aitor Gutiérrez

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Una de las sorpresas de la noche. Un hombre llega a un hotel para ser varios hombres. Un interesante juego de rol cómico para un solo jugador. Si habría un premio al Mejor Actor de este FANT en Corto sería sin duda para Kandido Uranga. Sencillamente lo borda. Además, el cortometraje sirve de homenaje a la profesión de actor

Extático, de Azahara Gómez

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Cortometraje en plano tarantiniano sobre dos guardias forestales y un cadáver. Una vez más, homo homini lupus est. La sorpresa no es tal, y la sangre final resulta demasiado artificial.

Jules D., de Norma Vila

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Empieza tan bien que acaba decepcionando al elegir la vía más ‘gótica’ del relato Un canto de amor a Drácula con un gran look y una dirección prometedora. Lástima que el ‘Qué’ no esté a la altura del ‘Cómo’.

 

El ataúd de cristal: La limusina de Caronte

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Es un orgullo afirmar que la mejor película de lo que llevamos de FANT es bilbaina. No acudía con demasiadas expectativas al pase, quizá porque los cortos de Haritz Zubillaga, aunque correctos, no me habían maravillado. Pero El ataúd de cristal conquista por la vía rápida.

¿De qué va? Una ‘Meryl Streep‘ del cine se dirige en limusina a recoger un premio a toda su carrera. Lo que parecía una convención más en la vida de una estrella se convertirá en una auténtica pesadilla.

La actriz tinerfeña Paola Bontempi, que ya trabajó con Zubillaga en She’s lost control, sale airosa de un desafío complicado. Bontempi aparece en la práctica totalidad del metraje, y lo que soporta durante sus 75 minutos no es precisamente un camino de rosas. Estamos ante una exigente interpretación a todos los niveles. Esto no es Paseando a Miss Daisy.

Pero si Bontempi es importante en la película más lo es la limusina que la transporta, el bien llamado Ataúd de Cristal. Un espacio hipnótico que emparenta Cube con 2001: Una odisea en el espacio. De Cube tiene ese uso del color. Si en la película de Natali cambiaba el color en cada cubo aquí tenemos lo mismo, pero con control remoto De 2001 la película se lleva el ojo de Hal 9000, esta vez manejado por algo más peligroso que la inteligencia artifiial: El ser humano.

Tanto el trabajo de dirección artística como la fotografía son impresionantes. Nada hace indicar que estemos ante una cinta de bajo de presupuesto. Hasta la violencia es elegante en el interior del vehículo. Mención especial merece la excelente banda sonora de la película, compuesta por Aránzazu Calleja. Música siempre presente para indicarnos en todo momento que la amenaza es real. Encaja como anillo al dedo con las imágenes de la película.

Por si esto fuera poco, Zubillaga ha creado además un personaje icónico que nos ha conquistado desde la presentación: El misterioso chofer de la limusina. Nos hemos quedado con ganas de saber más de él. Da para un spin off, o al menos para un cameo en la próxima película.

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En definitiva, estamos ante un potente filme que aprovecha al máximo sus recursos y al que no se le ven las costuras. Esperamos que pueda tener el estreno digno en salas que realmente merece. Una gran opera prima.

«No he visto Saw» Haritz Zubillaga

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Tras la proyección, Haritz Zubillaga, el guionista Aitor Eneriz y Paola Bontempi respondieron a las preguntas de la audiencia. Uno de los espectadores hizo referencia al parecido entre El ataúd de cristal y el juego macabro de Saw, pero Zubillaga afirmó no haber visto la célebre película de James Wan. Eneriz habló de otros parecidos que le han sacado a la película, como el de un productor estadounidense que la relacionó acertadamente con el clásico ¿Qué fue de Baby Jane?. Asimismo desgranó como fue el rodaje de algunas escenas, como la espectacular secuencia final. El equipo estuvo ‘defendido’ en todo momento por el imponente chofer de la limusina.

La noche del virgen: Pagafantas hardcore

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La noche del virgen empieza con una parodia de las campanadas de La 1 en la que Ignatius Farray, ‘capado’ para la ocasión, encarna a Ramón García. Paralelamente, en un disco-pub comienza la siempre decadente celebración de la nochevieja. Es ahí donde conocemos a Nico, un ‘loser in da dancefloor’ interpretado magistralmente por Javier Bódalo. Sus ganas de estrenarse en el golf casero le llevarán a una sucursal terrestre del infierno.

La opera prima de Roberto San Sebastián comienza como una efectiva comedia, como una prima guarrilla del Pagafantas de Borja Cobeaga. Chico busca chica desesperadamente, y se topa con madura misteriosa dispuesta a todo. Las carcajadas de la sala confirman que la fórmula funciona (Mención especial a los momentos del whatsapp de Nico). La pena es que cuando la película baja al barro y saca su vena más escatológica todo se frena en seco.

El problema es el que es. Uno del que ya os hemos hablado en alguna ocasión: El efecto Jes Extender, que debe su nombre al célebre alargador de pene de la teletienda. Esta técnica intenta mostrar tanto las virtudes de la película que éstas acaban volviéndose en su contra.  Lo que es divertido en segundos se hace pesado cuando supera el minuto. Como ejemplo la escena de la sokatira umbilical, alargada hasta la extenuación.

Esto genera a su vez que a la película le cueste respirar en espacio cerrado. Tan solo la ventana parece quitarle opresión al conjunto con divertidas escenas que parecen sacadas de la pensión de El día de la bestia. Los directores Juanfer Andrés y Esteban Roel solucionaron bastante mejor la papeleta de interiores en la también opresiva ‘Musarañas’.

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A pesar de este problema originado por el montaje, La noche del virgen tiene su punto. En sus mejores golpes la película de Roberto San Sebastián tiene algo del Peter jackson primerizo, mezclado con el primer De la Iglesia. No parece casual que ese neonato final parezca primo del peque de Braindead. También son dignos de mención los curiosos FX, más si cabe tratándose de una cinta Low Cost.

En el apartado interpretativo destaca la pareja protagonista (Javier Bódalo y Miriam Martín), que logra una extraña química. Bódalo aguanta estoicamente las secuencias más salvajes de la película. En cambio, es difícil encontrar explicación a la inclusión de un personaje como el de Araña, interpretado por Victor Amilibia. Un personaje machacante que solo parece estorbar, y cuya caracterización de ‘heavy de palo’ resulta poco creíble.

Lo mejor: El momento musical «Rata de dos patas». MUY TOP.

Lo peor: Su empecinamiento por alargarlo todo.

Reacciones del público

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El siempre interactivo público de la Semana de Terror de Donostia se entregó de manera entusiasta en la parte inicial y rajó de lo lindo en la segunda mitad. Quizá le pasó factura a La noche del virgen esa presentación tan rojiblanca y provocadora ante el nada futbolero público del festival. Esto provocó que hacia el final se sucedieran los comentarios sobre el origen bilbaino de la película. Las partes más gore fueron recibidas con aplausos.

*Los respondables de la película tuvieron el detalle de repartir condones y caretas del prota a la entrada de la sesión. La pena es que no aprovecharan la ocasión para sacar un fotón con cientos de Bódalos en las butacas del Principal. 

Teaser de la película:

Los 8 apellidos del cine vasco

Cobeaga, Malo, De la Iglesia, Armendariz, Medem, Serra, Urbizu, Santos. Todos no son apellidos vascos, pero así se apellida el cine vasco actual. Repasamos la lista de directores que componen esta primera división del cine Made in Euskadi.

COBEAGA, Borja

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Donostia, 1977. El guionista de 8 apellidos vascos es el primero de esta lista. Entre sus méritos: Volver a poner a la comedia autóctona en el lugar que merece. Su corto Éramos pocos optó al Oscar, y pocos son los que pueden decir eso. Estelar debut en la dirección ayudado por uno de esos miles de Pagafantas que nos encontramos a diario. Repitió éxito en la desmadrada nochevieja de No controles. Mientras su guión (escrito junto a Diego San José) lidera la taquilla, triunfa con su corto Democracia. Presente y futuro.

MALO, Pablo

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Donostia, 1965. Se hizo con el Goya al Mejor Director Novel gracias a un gran debut con Frio Sol de invierno. La acogida de la inquietante La sombra de nadie, su segundo largo, fue menos entusiasta, pero bien merece un rescate. 2014 es su año. Se enfrenta nada menos que al primer asesinato de los GAL en Lasa y Zabala, con Unax Ugalde, Francesc Orella y Oriol Vila.

DE LA IGLESIA, Álex

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Bilbao, 1965. Ha vuelto a sus orígenes y a sus raíces con Las Brujas de Zugarramurdi. El resultado: Un buena taquilla y 8 merecidos premios Goya. Echando la vista atrás encontramos clásicos imperecederos como Acción mutante, El día de la bestia o La comunidad. En su cine destacan el ritmo, la acción y los secundarios frikis. Un director que ha creado su propia marca de la casa. Uno de los grandes.

ARMENDARIZ, Montxo

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Olleta (Navarra) 1949. Aunque con más pasado que presente, no se pueden negar los méritos de este mastodonte del cine vasco, que nos conquistó desde la sierra de Urbasa con Tasio. A partir de ahí una carrera excepcional, rozando el Oscar con Secretos del corazón, o poniendo imágenes a la literatura de Bernardo Atxaga en Obaba. ¿Nuestra debilidad? Ese retrato generacional llamado Historias del Kronen. Queremos más.

MEDEM, Julio

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Donostia, 1958. Otro genio vasco venido a menos, aunque en este blog somos muy fans de Caótica Ana. Personalidad, sensualidad y lenguaje propio explotado en obras como Tierra, La Ardilla roja o Lucía y el sexo. Aportación a la cultura vasca con Vacas y reflexión sobre la violencia en el documental La pelota vasca. ¿Su gran obra maestra? Para nosotros, Los Amantes del Círculo Polar. En 2015 le veremos dirigiendo a Penélope Cruz. Mal empezamos, aunque mantenemos la fe en el talento.

SERRA, Koldo

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Bilbao, 1975. Es la apuesta personal de este blog. Su debut, Bosque de sombras, merece una revisión. Ese homenaje a Peckinpah desprendía cine. Todo un mérito acercar al gran Gary Oldman a tierras vascas. Su corto El tren de la bruja es de visión obligada para amantes del pasaje del terror. Ahora mismo trabaja en la ambiciosa Gernika. Tenemos muchas ganas de que vuelva a estrenar.

URBIZU, Enrique

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Bilbao, 1962. En No habrá paz para los malvados dibujó a Santos Trinidad, un personaje decadente para la historia del cine español. Un éxito que arrasó en los Goya. Antes ya nos había demostrado de lo que es capaz en esas calles oscuras que vimos también en Todo por la pasta o La caja 507, ambas con la colaboración de un potente Antonio Resines. Lo próximo son Las andanzas del Capitán Alatriste para televisión y Sirver or lead, en 2015, su asalto a Hollywood.

SANTOS, Oskar

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Bilbao, 1972. Interesantes incursiones en el cine comercial. El primero, junto a Noriega y Belén Rueda en El Mal ajeno, una historia de hospitales con toque Shyamalan. La segunda, la adaptación de Zipi y Zape en Zipi y Zape y el club de la canica, con un buen funcionamiento en taquilla. Necesitamos directores que lleven gente a las salas. Él es uno de ellos.

Escrito esto, una conclusión evidente: El cine vasco goza de buena salud. Si echais algún nombre en falta no dudeis en incorporarlo en la parte de comentarios.